jueves, 9 de mayo de 2013

La pantalla como refugio


Un emoticono nunca articulará adecuadamente una emoción, Nunca. Si no se oye o no se ve a la persona que la expresa, resulta imposible interpretar de forma apropiada lo que siente. Cuando vemos uno de estos hiperusados simbolitos en la pantalla del teléfono o del chat podemos entender de forma totalmente equivocada el mensaje que han querido lanzarnos, o también podemos estar tragándonos sin compasión lo que el otro quiere que creamos.

Como emisores, igualmente podemos fingir cualquier emoción con el simple gesto de enviar la carita con el arco de la boca y los ojos en la dirección pretendida. El chat nos permite aparentar el estado de ánimo que se nos antoje sin miedo a ser desenmascarados.

En el bis a bis, en el directo, la cosa cambia. El cerebro, como han comprobado numerosos experimentos, es capaz de detectar la sinceridad incluso con independencia de las palabras que oiga o la expresión que vea. Matices en los tonos de voz, la inquietud en la mirada, un leve arqueo de ceja sirven para ofrecer luz sobre la sinceridad del mensaje.

Prosperan las relaciones online. Gracias a la universalidad de internet y las nuevas aplicaciones, tenemos la oportunidad de estar en contacto permanente con quien queramos, y a la vez, nos permite expresar lo que queremos cuando queremos, además, sin exponernos. Refugiados tras la pantalla, no tenemos por qué dar más explicaciones de aquellas que queramos dar.

Estoy plenamente convencido que la pantalla atrofia y que la rapidez de tecleo es inversamente proporcional a la capacidad de comunicación. El número de conversaciones simultáneas e intermitentes en el móvil bloquea la habilidad para el verdadero intercambio personal. Porque la rápida y cómoda capacidad de contacto online no puede ir, lamentablemente, nunca acompañada de profundidad en la relación. Siendo positivo, estamos cambiando cantidad por calidad, superficialidad por intensidad.

El móvil es una herramienta y una ventana, que nos permite y ayuda a acercarnos, pero no podemos hacer de él un escudo ni un antifaz, y mucho menos un vehículo de nuestras emociones y sentimientos. Hay cosas que deberían prohibirse decir en el chat. Prohibir, pero que aparezca en el código penal digo.

Hay cosas que solo deberían poder decirse cara a cara.

Hay cosas que solo están hechas para decirlas al oído.

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