lunes, 1 de julio de 2013

Ciudadano fanático


No se hace el gobierno para las leyes sino al contrario decía Dante. En la composición del estado, todo debería estar al servicio del ciudadano, y eso, desde luego, incluye al gobierno. El ciudadano como centro del Estado, puede y debe pedir que su construcción y desarrollo, que la senda del mismo lo ampare, lo ayude, lo proteja y, por qué no, le permita desarrollarse como individuo y colectivo.

El ciudadano debe requerir este principio básico, debe hacerlo de manera exigente, con contundencia si es necesario. Lo que ocurre es que con la indebida apropiación de ciertas acepciones de las palabras que ahora algunos hacen, el ciudadano que demanda aspectos como este, es rápidamente calificado de fanático, y ese concepto, hoy, tiene un sentido absolutamente negativo en política, aunque no siempre fue así como describe Klemperer en sus “Apuntes de un filólogo”.

Que te califiquen con términos como fanático, o peor aún, demócrata, federal, liberal, conservador, izquierdista, se convierte en un estigma, una marca, que permite identificarte y señalarte si es necesario con el dedo. A muy pocos les gusta ser señalados. Toda cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Y unos pocos se sirven de la timidez política para mediatizarnos, coartarnos, cohibirnos incluso. Por esto (y otros motivos) las instituciones públicas están cada vez menos conectadas con la gente de la calle.

El silencio del ciudadano entendido como una falta de peticiones expresa, la falta de pronunciamiento claro es tomada por confirmación tácita, silencio positivo que diría el ordenamiento jurídico, por parte de las entidades interesadas para convertir su propio interés en el de todos. A lo mejor es por esto por lo que no le encuentro sentido a la grandilocuente frase de “un gran proyecto político de largo alcance” que acaba de decir Griñán que tiene para Andalucía.

Como ciudadano, pido, exijo que no malgasten las próximas semanas en historias partidarias que no beneficiarán a Andalucía. El tiempo, los recursos son escasos, tiemblo de pensar que los valiosos meses que quedan por delante de legislatura sean arrojados por la borda centrando la atención en una cuestión particular que ignora los problemas de la sociedad.

Cual fanático repudiaré que dirigentes del gobierno empleen su tiempo, sus energías y nuestros medios e impuestos en un aspecto estrictamente personal. Tirito sólo de pensar en el consejo de gobierno de mañana tras el anuncio hecho por Luis Planas.

Mientras, en la calle, Andalucía sigue sudando la gota gorda.

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