A resultas de supuestas irregularidades en la gestión de los
fondos de formación continua, la Unión General de Trabajadores está en el
primer minuto de los informativos y en la primera página de la prensa. Que el
peso de la justicia y las responsabilidades organizaciones caigan con
contundencia sobre quienes corresponda si lleva a demostrarse.
Lo que no entiendo es la aparente criminalización que se
está llevando a cabo de esta organización cuando todo aquel que ha tenido
contacto con el mundo de la formación continua sabe que no es, ni de lejos, la
única. Al contrario, son muchas las entidades que han encontrado en esta
actividad una vía para ganar recursos. Un tratamiento aparte es el destino de
esos fondos pero cuyo origen, todos saben, están en la formación continua.
En clave interna somos muchos los que venimos reclamando
desde hace tiempo que se corte este juego que al fin y al cabo lo único que
hace es desarrollar un entramado de corrupción en el que surgen auténticos
expertos en conseguir un lucro personal sin aportar valor alguno al sistema, o
lo que es lo mismo, extrae y se llevan dineros que estaban destinados a fines
legítimos. Y en última instancia todo ese juego lo único que consigue es mermar
la calidad de la formación y la empleabilidad de sus participantes, fin último
y máximo al que estaban destinados.
Sólo hace falta ver la distribución de los presupuestos, los
beneficiarios y los importes de los programas marco, todos públicos, para
entender y reconocer que la cuestión de estos días en los periódicos no es un
asunto exclusivo de la UGT.
Lo que parece que se nos olvida es que desde fuera, porque
aún seguimos considerando Europa los de fuera, nos están viendo y oyendo. Y se
nos olvida que la mayor parte de los fondos destinados a formación continua en
este país tenían su origen en los presupuestos de la UE y que tenían como
objetivo cualificar a una mano de obra. Unas personas que, se es consciente desde hace tiempo, dada la
rápida evolución del sistema productivo tenían que prepararse para no quedarse
obsoleta y no encontrar empleo cuando aún le resta bastantes años de vida útil
laboral.
Mirad donde nos vemos. Saturados de corruptelas, peticiones
diarias de dimisiones, atosigando a los agentes sociales ahora más débiles y
perdemos de vista lo importante. Después de muchos millones de euros empleados
durante bastantes años en formación continua, qué duda cabe que hemos avanzado,
pero no, desde luego, lo que hubiésemos debido. Ese es el verdadero drama,
millones de euros en la alcantarilla pues seguimos contando con una mano de
obra de escasa cualificación y sobrecogedoras tasas de desempleo. Espero que
más pronto que tarde, Bruselas pida muchas explicaciones a Madrid.
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