jueves, 26 de diciembre de 2013

El rumor como cáncer organizativo


Un rumor personal siempre lleva asociada una carga maliciosa, un afán de revancha, venganza o envidia contra el que es objeto del mismo. Los rumores profesionales no tienen por qué tener esa intención. En numerosas ocasiones, los rumores en el ámbito profesional tienen su origen en el nivel de desinformación o el miedo de quien lo propicia.

Un malentendido, una interpretación errónea, una simple confusión, un comentario fuera de lugar, puede propagarse por la organización en cuestión de minutos, la tecnología lo permite, llevado al extremo, como dice Warren Bennis, “cualquier persona que tenga un móvil y acceso a un ordenador tiene el poder de desestabilizar una empresa, una institución o incluso un gobierno”.

En tiempos de crisis como los actuales, el temor a un traslado, a una bajada de sueldo o a un despido provoca tensiones que se convierten en comentarios temerosos en la máquina de café, y de ahí, al pánico colectivo, va sólo una mañana de trabajo. Incluso los más escépticos acabarán diciendo en el almuerzo que cuando el río suena es porque agua lleva.

El rumor intoxica el ambiente, entorpece la comunicación, mina la confianza, puede llegar a ser la pieza que desmorone cualquier organización. No debemos subestimarlos, pueden convertirse en un auténtico cáncer. Y lo que es peor, una vez iniciados, el esfuerzo para atajarlos suele ser desmedido.

En todos los grupos humanos se manifiestan diferentes roles, también aparece el que se torna en impulsor de rumores. En general son dañinos para la organización, pero no es la solución amordazarlos ni arrinconarlos, así se les dota en realidad de credibilidad, tampoco dejarlos en evidencia es el camino. Hay que considerar que, aparte de disfunciones personales, el que propicia los rumores suele tener un trasfondo de descontento con la organización. Es necesario conocer ese origen y si es un mal funcionamiento de la organización o de la política de comunicación corregirlo. Si se llega a la conclusión de que es una tara del sujeto, toca prescindir del mismo a la mayor brevedad.

El rumor, ceteris paribus, en las empresas es la muestra más evidente de una deficiente política de comunicación y/o recursos humanos. Equidad y transparencia son la mejor receta para combatirlos. Ahí es donde tienen que dar la talla la dirección general y la de recursos humanos. “En todas las relaciones, lo que hagas tendrá un impacto mucho mayor que lo que digas”. Covey.

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