lunes, 13 de enero de 2014

La Almoraima podría ser un parque natural con gestión privada


La impotencia es la sensación que mayor frustración puede causar. La impotencia desemboca en tristeza o rabia según el caldo de cultivo que cada uno lleve dentro, el ancho de tragaderas, y el grado en que afecte a sus constantes vitales.

Cuando se ha conocido que la privatización de la finca La Almoraima en Cádiz es una decisión firme, muchos amigos y compañeros me están mostrando su impotencia. Acabarán con todo, es la frase más repetida ahora en estos círculos.

De momento están, estamos, ante el shock de la noticia, ante la impotencia de sentirte desarmado y desamparado. Ahora bien, ni por un minuto debemos dejarnos descender hacia la tristeza, algo podemos hacer, algo se puede hacer.

La oposición del gobierno andaluz a la decisión del ministerio es simple fachada. Protestan ante una decisión de sus adversarios políticos con una mano mientras con la otra anuncian a bombo y platillo la reapertura de la mina de Aznalcollar. La defensa de nuestro patrimonio natural, en este caso simbolizado en la finca de La Almoraima tiene que ser una tarea asumida por la sociedad civil.

La dificultad de la conservación, más allá de desligar el patrimonio natural de la especulación urbanística, más allá de preservar para todos un enclave de especial valor, más allá de evitar que se lucren y beneficien unos pocos a costa de otros muchos, pasa por encontrar fórmulas que hagan que la conservación de estos espacios no sea una carga. Son necesarios caminos que logren que la conservación no suponga un coste, sino al contrario, que se convierta en fuente de riqueza.

En lugar de privatizar La Almoraima con el modelo que está a punto de ponerse en marcha, lo que evitaría algunos costes públicos y a la vez un pequeño ingreso puntual para el estado, puede ponerse en marcha, por ejemplo, una experiencia novedosa en España y que podría convertirse en un hito histórico.

La fórmula podría pasar por poner en marcha un proyecto de Custodia del Territorio mediante el cual, aquellas personas y/o entidades que así lo deseen, podrían, mediante concurso público, presentar al estado un proyecto que se comprometa a conservar los valores naturales de la finca, incluso potenciarlos y se establezcan, además mecanismos de ingresos mediante mecenazgos, proyectos de conservación, cooperación, incluso régimen de visitas concertadas que hagan que el espacio protegido genere recursos económicos suficientes que garanticen su viabilidad y conservación.

La fórmula es inédita España aunque perfectamente viable económica y técnicamente, únicamente hace falta voluntad y compromiso político. Estamos a tiempo, no perdemos nada por intentarlo, y al contrario, mucho si no lo hacemos.

Una finca como La Almoraima cuenta en si misma con suficiente valor natural y patrimonial, suficiente espacio, biodiversidad y posibilidades para ser foco de atracción de proyectos, entidades, visitantes suficientes que permitan su estado, al menos, como ahora se encuentra, no querer verlo sería una necedad. A trazo grueso, podría convertirse en el primer parque natural con gestión privada en nuestro país.

Convertir la Almoraima en un proyecto pionero de custodia del territorio podría resultar una experiencia maravillosa que podría, a su vez, abrir las puertas a otros numerosos enclaves que hoy día se encuentran al borde de la privatización o la degradación.

Hay opciones para La Almoraima, la fórmula de custodia del territorio es una. Luchemos con fuerza por ella.

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