Una agradable primero, y después, a lo mejor, inolvidable
velada, es digna de ser regada con un gran caldo. Un buen vino puede hacernos disfrutar intensamente
de unas magníficas carrilleras, por ejemplo. La elección del vino es pues una
decisión crucial, puede determinar el éxito o fracaso del día.
Como muletillas aprendidas, los poco expertos, tenemos en
memoria dos o tres marcas, dos o tres referencias a las que recurrimos
constantemente cuando el camarero nos pide que elijamos el vino. Desde muy
adentro, desde muy abajo, llegado el momento, recurrimos casi en exclusiva a
dos opciones, o reconocer nuestro desconocimiento y pedirle que nos recomiende,
o como si fuésemos todos hinchas de un gran equipo, respondemos: un rioja o un
ribera.
Cierto que la fama es merecida y que, en general los caldos
que por ahí hacen son exquisitos. Hay en toda la Rioja Amplia y en la Ribera
del Duero enólogos y bodegueros que conocen muy bien su oficio, pero si nos
circunscribimos a las consabidas muletillas, estamos, por defecto relegando al
olvido a tantas otras ubicaciones geográficas, a tantas otras bodegas y
profesionales que son dignos de elogio.
Cual Quijote, tengo emprendida una pequeña cruzada con el
ramo de la hostelería andaluza en defensa del vino andaluz. Porque a pesar de
lo que creáis, en Andalucía la cultura vitivinícola es milenaria, aquí también
hay buen vino: de Jerez, Manzanilla, Montilla, Málaga, Condado de Huelva,…., Y
desde hace unos años, donde las técnicas de cultivo y fermentación se han
revolucionado, también en esas y otras comarcas hay espumosos, rosados, tintos … Lamentablemente, aún demasiados andaluces desconocemos este hecho.
Y digo cruzada porque es absolutamente de postal la cara que
se les queda a algunos camareros cuando, tras consultar la carta, se le
pregunta, ¿qué vino andaluz tenéis?
Pedir vino andaluz es
la fórmula más expresa de ayudar, defender y enaltecer un sector que necesita
todo nuestro apoyo como consumidores. Dinamiza la economía, genera empleo,
favorece el comercio local, conserva cultura y tradiciones, y, de paso, nos
permite disfrutar de unos vinos excelentes.
En las estanterías de los supermercados empiezan también a
verse, como con tantos otros productos, mirando la etiqueta podemos
sorprendernos a nosotros mismos y a nuestros invitados, además están a unos
precios muy asequibles. Colocad un par de botellas en vuestra alacena.
Os invito a probar, a sumaros a la idea. Es una fórmula de
ganar ganar, y además, os encontraréis con gratas sorpresas, os lo garantizo.
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