Algunos etólogos consideran que las especies migratorias son
oportunistas. A pesar del alto coste que soporta la especie, el beneficio que
obtienen los que llegan, son altísimos. Pero el ciclo migratorio, es un
comportamiento aprendido, según estos expertos, para desplazarse allí donde hay
mejor clima, más comida y menos competencia por el hábitat. Eso, comportamiento
oportunista.
Vencejo Pálido (Fot: Todor Todorov) |
Ahora que el ciclo migratorio nos devuelve a golondrinas y
vencejos, a cucos y carracas, a aguiluchos y alimoches, a chotacabras y búhos chicos.
Ahora que vuelven los triunfadores del ciclo migratorio con algo más de
experiencia, resulta interesante ponerles encima el prisma crítico del
oportunismo.
No han tenido que soportar los rigores y penurias del
invierno, vuelven plenos de vitalidad y con el plumaje renovado para disfrutar
de la primavera y cumplir con su ciclo reproductivo. A cambio del esfuerzo del
viaje, retornan como unos privilegiados.
Mirarlos así, como oportunistas, como privilegiados alimenta
la envidia de los que no podemos hacerlo, en el fondo puede que no sea más que
eso.
Tachar de oportunistas a las especies migratorias es
frivolizar un aprendizaje de cientos, miles de años. La migración es uno de los
fenómenos naturales más maravillosos y cautivadores que existen. Ahora que las
golondrinas vuelven a los patios y los vencejos a las calles, no está mal
mirarlos desde el prisma del triunfo avalado por una colectividad de siglos.
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