Ambos indisolubles durante gran parte de la historia. Sólo a
partir del siglo XIII cuando comienza a utilizarse el llamado método
experimental o científico, ambas doctrinas parecen tomar caminos separados. El
desarrollo del conocimiento posterior y la carrera desbocada de las tecnologías
en los últimos años parecen haber creado un abismo insalvable entre arte y
ciencia.
En el cerebro humano ambas están interconectadas, parece que
se nos olvida. Un hemisferio del cerebro es el creativo (el derecho) y otro el
racional (el izquierdo). El hemisferio izquierdo busca certezas, atiende a lo
cuantitativo, a lo físico, a lo medible, a lo tangible. El derecho, en cambio
desarrolla la intuición, la imaginación, la innovación.
Los neurólogos saben que los dos hemisferios funcionan
sincrónicamente, actúan conjuntamente. Cualquier actividad neuronal,
independientemente del tipo de tareas que realicemos pone en marcha las dos
partes del cerebro. Ciencia y arte van unidas en nuestro interior. Como si de
un originario yin-yan se tratase, el cerebro las combina en todo momento.
Una educación como la moderna, que potencia el lado
racional, que cree que el pensamiento lógico es superior a la intuición y la
imaginación. Una sociedad que mide el éxito en términos monetarios, parece
olvidarse que en el arte ha sido siempre el impulsor de la Innovación en su
vertiente más pura.
Despleguemos las bondades creativas, impulsemos el arte.
Démosle el sitio que se merecen a las pitonisas, que, al fin y al cabo, utilizan
la estadística para sacar sus predicciones de la baraja. Abramos la mente,
combinemos ciencia y arte, será bueno para todos que encontremos la conexión,
que seguro existe, entre el Bolson de Higgs y Bilbo Bolson.
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