martes, 4 de marzo de 2014

Cuestión de actitud


Cuando nos movemos en el ámbito de la atención al cliente, la actitud es vocación de servicio, ayudar, empatizar, resolver problemas. Parece que no queremos enterarnos y nos justificamos con banales excusas, siempre encontramos el error, el mal, allá fuera.

Hace unos días tuve un problema de telefonía, dejó de funcionarme el móvil. Para arreglar la situación, durante tres horas (tiempo de colas incluido) recorrí cinco establecimientos de tres compañías de telefonía móvil. Desde luego, tras experiencias previas, ni lo intenté en el teléfono de atención al cliente, que no hace honor a su nombre.

Tres establecimientos de mi actual compañía donde encontré una barrera más alta que el mostrador, donde se negaron a darme información de mi propia cuenta de cliente, donde un chico, sin apenas apartar la vista de la pantalla, tras decirme que no me podía ayudar, intentó venderme una ampliación del servicio de telefonía fijo.

Los establecimientos de las otras compañías tanto igual. A pesar de anunciarme como nuevo cliente, el trato y la atención fueron discretos. Después de relatar los planes de precios, salí por la puerta sin que nadie me pidiese los datos de contacto.

Nadie me solucionó el problema. Me hablaron entonces de un establecimiento regentado por asiáticos, un local de esos que llamamos de “los chinos”. Trato cordial y profesional, me arreglaron el problema en veinte minutos por un módico precio.

Hace unos meses, Juan Roig, en una reflexión que no comparto, ponía a los bazares chinos como ejemplo a seguir. No, no es cuestión de que los trabajadores, eslabón débil de la cadena soporten mayor peso, retrocediendo en derechos que ha costado mucho conseguir. No es una cuestión de tiempo empleado, la clave está en la actitud.

Las personas que me atendieron en las tiendas de telefonía, desde luego que reventaron cualquier manual de gestión de ventas y atención al cliente, aunque, desde luego la peor nota la sacaron en actitud.

El ejemplo de este sector puede ser extremo, dado que hay establecido un juego claro de clientela cautiva entre las grandes empresas que dominan el sector que deriva en unas políticas comerciales y de atención al cliente nefastas. Estas dinámicas son las que colapsan el sistema.

Es bueno mirar más allá de las restricciones tecnológicas o presupuestarias cuando algo no funciona, pues en demasiadas ocasiones la respuesta está en la actitud, en la disposición a solucionar problemas en vez de generarlos, es necesario tener presente aquello de ser parte de la solución o parte del problema. Para salir de esta, para mejorar, necesitamos hacer más numeroso el bando de los que forman parte de la solución.

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