miércoles, 12 de marzo de 2014

Instalados en el confort


Explorar. Salir de los círculos de confort. Diseñar una forma novedosa de afrontar una dificultad. Enfocar un reto desde una nueva óptica. Innovar, en definitiva, es un ejercicio tan atrayente como chocante.

Es cierto. Seamos honestos, autocríticos. A todos nos estimula eso de la aventura, de ser innovador, pero en la mayor parte de las ocasiones nos resulta imposible cruzar la frontera de nuestro esquema mental cotidiano. Los esquemas educacionales y la experiencia nos instalan en unas zonas de confort del pensamiento que impiden la innovación, con ello, se estrangula la evolución, la mejora, la progresión.

Nos vemos obligados a salir de esa zona de confort exclusivamente cuando es imprescindible, cuando una amenaza nos acecha, cuando el vagón de cola nos ofrece la puerta trasera, cuando nos ha pisoteado todo el pelotón al adelantarnos. Está constatado, sólo acometemos los cambios cuando la necesidad impone su ley. Son excepcionales las veces en que, voluntariamente podemos decidir, y elegimos el cambio. La condición de la ley humana de reticencia al cambio la llevamos en los genes.

Incluso, cuando queremos cambiar y lo tenemos decidido, nos da por esperar al momento más idóneo, al instante más oportuno para iniciar la marcha, sabedores que ese momento ideal nunca llegará a producirse porque, si acaso llegase, ya nuestro sistema de alertas se encargará de encontrarle alguna imperfección. Acabamos evitando cambiar, renunciamos a todas sus posibles mejoras por triste pereza.

El alimento de la decisión de cambio es la información y la motivación en positivo. Si nos parece una bravuconada sin sentido, en cierto modo un suicidio, afrontar un cambio que puede terminar en desastre, al menos trabajemos en positivo, recabemos información, cultivemos nuestra motivación. Y decidamos, actuemos, generemos movimiento.

La pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es que no exige nada”, Jaime Balmes. Decidamos antes que el tiempo lo haga por nosotros.

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