jueves, 24 de abril de 2014

Abochornados


Habló de ello en su discurso de investidura, y desde entonces, lo ha repetido en varias ocasiones, la presidenta Susana Díaz ha anunciado un compromiso firme con la regeneración democrática. Una apuesta fuerte, un gran reto que ha ilusionado a muchos.

En el día a día, además de todos esos discursos y pretensiones, los andaluces que en estas fiestas hayan decidido dedicar más tiempo a seguir las noticias, en vez de transportarse a mundos novelescos imaginados, y ponerse al día de lo que va ocurriendo, pueden haberse sentido frustrados, hastiados y hasta avergonzados, culpables en cierto modo de disfrutar de ese corto descanso.

Porque Andalucía ha estado en portada de los noticieros y los periódicos con un variado muestrario de noticias, a cual peor. A la, por supuesto, inagotable retahíla de los EREs, se ha sumado el fraude de los fondos de formación para desempleados o la comprobación que Andalucía es la región de Europa con mayor tasa de paro. Aumento de la desigualdad social, retroceso en derechos y beneficiarios...

No, no es tarea fácil la del ejecutivo andaluz si el objetivo prioritario se centra en salir del atolladero en el que nos encontramos. Van ya unos cuantos años de crisis. La inoperancia, la incapacidad se ha vuelto manifiesta desde hace ya tiempo, sólo hay que querer mirar. La petición de mayores esfuerzos a los ciudadanos y contribuyentes empieza a rozar lo esperpéntico.

Después de varios años de zafarrancho de batalla ante la crisis, restringiendo presupuestos, servicios, hasta derechos, la situación no mejora, y peor, tampoco las perspectivas. La única salida para personas, para empresas, pasa por irse. Y ante eso, los últimos logros noticiables pasan por la hipoteca de la región extendiendo cheques en blanco a grandes corporaciones y volviendo a un modelo puramente extractivo, llanamente de esquilma. Sin duda una hoja de ruta para la que costaría encontrar protagonista que quiera firmarla.

Si existe un factor que alimenta la autoestima de un pueblo y lo anima a luchar, a trabajar, a seguir adelante es precisamente sentirse orgullo de la comunidad a la que pertenece, y me temo, que a bastantes viajeros andaluces en estos días, les ha costado hablar de su lugar de procedencia. Poco bonito de la actualidad de lo que hablar.

Tengo la funesta impresión de que ahora, quien podría hacerlo, no está poniendo el interés, la fuerza, el trabajo, la garra que debería para que los andaluces se sientan orgullosos de serlo. Respetando todas las anteriores, me parece ésta la peor noticia que podríamos tener ahora. La peor noticia es que los andaluces se puedan sentir abochornados de serlo.

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