domingo, 20 de abril de 2014

Corazón partío y resucitao


Si sentiste alguna vez lo que es tener el corazón roto, habrás podido disfrutar intensamente de la Semana Santa.

La transportación colectiva y simultánea a los momentos de Pasión, Muerte y Resurrección, tiene un marcado paralelismo con el amor y desamor particular y singular.

Y es que la intensidad, el calado, el arrebato de la Pasión, llevado al extremo físico y mental como ha sido concebida para estos días, sólo puede ser encajado a título individual si lo puedes asociar con la fogosidad y éxtasis de la plenitud pasional carnal.

La oscuridad, el hastío, la penumbra de la muerte, la tienes pegada a la soledad, la incomprensión, el fondo de pozo que es el desamor.

Y sin saber cómo, sin encontrar razón lógica aparente que permita conectar ambas sensaciones, el nuevo amor aparece, el corazón se reconstruye y un nuevo mundo de oportunidades aparece ante ti.

Celebrar la Pascua es celebrar la nueva vida que tienes ahí delante, disponible si es que quieres aprovecharla, para estremecerse por completo cuando suena aquello de, Junto a ti, soy mejor.

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