jueves, 3 de abril de 2014

El juego de la exportación


En cualquier formulario dirigido a empresas aparece ya inexcusablemente la pregunta de si la entidad exporta y a dónde. Como si de un único camino de salida se tratase, parece que no tienes identidad si no estás peleando en mercados extranjeros.

En los últimos días he asistido a varias reuniones y debates sobre el tema. Mi impresión es que aún son demasiados los que se montan en el avión sin saber si tiene renovado su pasaporte o si es necesario ponerse alguna vacuna específica para desembarcar en aquel lejano y extraño destino.

La decisión de exportar es absolutamente trascendental pues implica aspectos estratégicos del modelo de negocio, compromisos importantes de financiación, de dotación de equipos, personal, etc. Aparte de aspectos individuales y concretos de cada proyecto, hay tres aspectos que considero fundamentales en estos momentos, que deben tener en cuenta aquellos que tengan las fotos carnet ya en el bolsillo y cita en comisaría. Son los aspectos macroeconómicos, la utilidad de las tecnologías de la información y el uso del coste de oportunidad.

En primer lugar, aparte de situaciones particulares que pueden hacer que el empresario tenga producto, estrategia comercial y músculo financiero, que respalden su decisión de exportación, el aspecto micro, debe también considerarse el aspecto de entorno, el ámbito macro, y en concreto, las actuales políticas públicas que empujan por activa y por pasiva a exportar. Diversas entidades públicas, entidades privadas de aseguramiento, de crédito, de intermediación, etc. están bombardeando continuamente con el aparente caramelito de exportar.

Además de estos ánimos, estas campañas, estos incentivos a la exportación que es lo explícito, es necesario considerar que dichas políticas también llevan implícito un reconocimiento de incapacidad en otros ámbitos. El impulso a la exportación es la salida, por defecto, al retroceso y estancamiento del mercado interno del que no saben cómo sacarnos. La falta de crédito, el alarmante desempleo, la pérdida de confianza, han hecho que el mercado interno en algunos sectores ni esté, ni se le espere.

Por tanto, cuidado, porque las políticas expansivas de exportación también tienen en su argumentario tácito, el reconocimiento de un fracaso de un mercado interno que está aún lejos, lejos de recuperarse y muchas de nuestras empresas, el tejido empresarial compuesto eminentemente por pymes se ha estructurado para servir al mercado interno.

Exportar puede ser una ayuda siempre que el lugar donde la empresa opere sea dinámico, pero asumir el fracaso de la economía española haría necesario valorar, más que la decisión de exportar, la de cambiar de ubicación.

El segundo aspecto son las tecnologías de la información y la comunicación. Lo fundamental para que una empresa exporte es que tenga claro, en primera instancia que tiene un producto exportable, que su precio y estrategia de competitividad son los adecuados, que existen mercados y que la competencia no le lleve demasiada ventaja.

Hasta hace muy poco, todo eso era muy complicado de averiguar y costaba mucho tiempo y dinero; viajes, inversiones, pruebas piloto, etc. Hoy todo eso se ha facilitado muchísimo, la información fluye. Existe más información disponible de la que seamos capaces de procesar. Hay que dedicar tiempo, claro, pero surfeando por la red podemos averiguar mucho de cada sector, de cada producto, de los movimientos de la competencia. Podemos contactar con gente en cualquier parte del mundo en tiempo real. Exploremos la red, tomándolo como lo que es, parte del trabajo, sistematizando las acciones, clasificando la información, marcando plazos, fijando contactos. Un trabajo de apenas unos días desde la mesa de escritorio puede despejar muchísimas dudas y resolver conflictos a un coste ínfimo.

Y el tercer aspecto a considerar es que, por definición, los empresarios quieren vender y para ello tienen que aprovechar las oportunidades. En ese sentido, los dos aspectos anteriores son oportunidades al alcance de la mano, de rápido acceso y baratos.

Exportar es una oportunidad, claro, hoy mucho más sencilla y accesible que hasta hace pocos años, si. Las políticas públicas, entidades privadas, las TICs invitan a ello, perfecto, exportar es una oportunidad, pero no un juego. En todo este proceso a veces se obvia que el empresario en su decisión de exportación pone encima de la mesa su dinero, su prestigio y muchos años de esfuerzo, no conviene que nadie lo olvide.

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