sábado, 27 de septiembre de 2014

Como si fuesemos inteligentes


Entusiasma el principio socrático que enuncia que todo el mundo se revela inteligente cuando se le trata como si lo fuera. Cuando desde el conocimiento, desde la sabiduría, la experiencia y la inteligencia se lanza un mensaje sin tratar de apabullar ni hipnotizar, sin afán de gloria y mérito, sino tratando de generar un debate entre iguales, el interlocutor sube rápidamente escalones en su capacidad de raciocinio.

El principio socrático parece que alcanzó su máximo esplendor en una época de la que nos queda sus reminiscencias de diálogo, debate y reflexiones filosóficas. Sin duda hoy la cuestión no es así. Basta poner unos minutos cualquier debate parlamentario o una tertulia de radio y ya no digo si además de un micro, se pone también una cámara.

El discurso de los intelectuales ha sido sustituido por la charlatanería barata en la que tiene que haber un ganador que no acaba siendo otro que el que hace la mejor sátira, formula el insulto más audaz, hace la acusación más escandalosa o tiene en la manga el mayor arma arrojadiza. Con independencia de que los del atril se ganen así el jornal igual que antes los gladiadores, recordemos que, mientras tanto, se considera a los ciudadanos o a la audiencia carente de inteligencia. Frédéric Beigbeder, que primero fue publicitario y ahora es novelista, lo resume: “No hay que tratar al público como si fuera imbécil ni olvidar nunca que lo es”.

Platón se volvió de Siracusa triste, decepcionado y quizás muy cansado tras tres intentos por hacer de Dionisio el joven otro tipo de gobernante. Después de los tres intentos, apenas  salvó la vida gracias a las influencias de Dion y volvió a sus ocupaciones del pensar, posiblemente más escéptico del poder correctivo de las ideas sobre un universo, tan viciado y dominado por la perversidad de la lucha de todos contra todos, en el que demasiadas veces no se imponen los más sabios, sino los más mentecatos; los más feroces, no los más benignos; los más indignos, no los más honrados.

Mientras sigamos expulsando a los platones de los gobiernos, al pueblo nos seguirán tratando como a imbéciles.

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