martes, 10 de febrero de 2015

Techos de cristal


Se usa en el ambiente profesional, en el de empresa, para identificar el límite máximo al que se puede llegar. Aun estando capacitado para llegar más alto, aunque personal y  profesionalmente podamos dar más de sí, hay otros factores, externos generalmente, que impiden subir un nuevo escalón.

Son demasiado habituales estas circunstancias en empresas familiares para alguien contratado desde el exterior, y también para las mujeres en ambientes rancios. No está mal, nada mal identificarlos y calibrarlos para saber si tenemos que correr a una ferretería a buscar un martillo o son necesarias otro tipo de medidas.

Vale también hablar de techo de cristal en el plano personal. Para nuestra condición física, por ejemplo. De manera natural, la mejor etapa son los veintitantos y, a partir de ahí, el proceso degenerativo celular se empeña en hacer su trabajo. Tengo la suerte de conocer a personas que, como a los buenos vinos, los años le sientan muy bien, cuestión también de trabajo y atención. Es posible, por supuesto.

Y la satisfacción personal, la más individual, la esencial, la muy nuestra, ¿también tiene techos de cristal? Puede ser, quizás no es cierto aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor, a lo mejor podemos subir de nivel ahí también. Quizás podamos encontrar caminos y martillos que permitan que nos encontremos mejor con nosotros mismos y con la vida, mejor de lo que estamos ahora, mejor de lo que ya estuvimos. Busquemos ferreterías donde vendan martillos para esos techos.

Allá arriba está el cielo. Cejar en el empeño de mejorar, resignarse a pensar que no podemos ir a mejor es un fracaso personal que nos lleva a la mediocridad, aunque nadie más se entere.

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