miércoles, 8 de abril de 2015

Sube el precio de la tierra, mala noticia


Sube el precio de la tierra. Comprar algunas hectáreas de terreno destinado a agricultura vuelve a hacerse más caro. Apenas un 1,62% de media en Andalucía según el informe de la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo. Bien es cierto, que esa media amortigua subidas como la del 8,6% de Granada y el 5,8% de Málaga y bajadas como la del 3% en la provincia de Cádiz o el 2,7% de bajada en Córdoba.

Sin duda las razones son múltiples y complejas para analizar conjuntamente. Un efecto claro en mi opinión, son los escasos atractivos que ofrecen los depósitos financieros dados los bajos tipos de interés; la falta de oportunidades claras en sectores de inversión, transformación e investigación y la escasa solvencia que ofrecen los programas de gobierno, contribuyen de manera decisiva a que el capital se refugie en valores seguros. La tierra es el principal de ellos a falta de un mercado inmobiliario que muchos esperan que repunte.

El precio de la tierra va a seguir subiendo, está siendo refugio de inversores. No se convierte más que en otro objeto de inversión a medio y largo plazo, sujeto a menores incertidumbres y que ofrece seguridad jurídica y financiera.

El inconveniente es que este movimiento de capitales que ya está comenzado a visualizarse en las estadísticas no tiene un carácter productivo ni empresarial, su compraventa responde a criterios puramente financieros y patrimoniales.

Puede que estemos asistiendo a un movimiento, ciertamente silencioso pero que tiene efectos nefastos para el territorio andaluz. Lo que hoy necesitamos es reforzar el sector agroalimentario, de producción y de transformación que se rija además por criterios de sostenibilidad y proximidad. Los países centroeuropeos ya lo han visto y están poniendo todo el foco en ello.

La Comisión Europea ha puesto en marcha un plan para fomentar los hábitos saludables en los colegios dotado con 150 millones de euros. Dinamarca ha puesto en marcha un ambicioso plan que pretende duplicar la superficie dedicada a producción agrícola antes del 2.020. El 50% de los franceses compra alimentos bio, al menos una vez al mes.

Mientras, en Andalucía, en España, seguimos estando a otra cosa. Los datos recientemente publicados de producción vitivinícola vuelven a dejarnos en evidencia. España vende al exterior el vino a 1,11 €/litro mientras que Francia lo hace a 5,37 €/litro. Seguimos especializados en volumen y granel, seguimos siendo commodities que dejan escasísimas rentas en el ámbito rural.

No faltan los casos ejemplarizantes. Ahí están por citar algunos recientes, el premio alimentos de España a Bodegas Robles a la producción ecológica, premio Gold Mundus Vini en Alemania y Oro en Venalíes, Francia. O la empresa Oro del Desierto, segundo premio en BIOL esta semana.

Apostar por la excelencia en la producción, la transformación y la generación de valor es nuestra asignatura pendiente, una fórmula que generaría importante y necesaria riqueza que permitiría un desarrollo rural digno y sostenible. Pero estamos a otra cosa y la valiosa tierra andaluza que necesitamos se ponga en mano de grandes agricultores, ganaderos y empresarios, se está convirtiendo en el refugio para el sueño plácido de capitales financieros.

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