Reestrena consejería de medio ambiente Andalucía, justo
en el día en que se celebra el aniversario de la orden que declaró como
protegido un espacio natural que me resulta muy conocido y querido. Hace 26
años, se declaró paraje natural a las Marismas de Isla Cristina.
El ejemplo y la situación puede ser extrapolable a otros
muchos enclaves que hoy gozan de protección legal, la RENPA ocupa el 30,5% del
territorio andaluz. Mirar con perspectiva los casi treinta años de protección
legal y los efectos que ha producido en esos territorios puede ser un ejercicio
interesante.
Hace unos treinta años, cuando apenas era el zapal, la
marisma era un espacio de interacción naturaleza-hombre: pesca artesanal,
marisqueo, extracción de sal, coletazos de cacería. Un espacio sometido a una
intensa presión humana, acosado por cultivos, pasto de diversos vertidos
(basuras, carburantes, fecales, pesticidas). Un espacio donde la
sobreexplotación hídrica ya había actuado, estrangulado por las obras civiles,
fundamentalmente la construcción invasiva, el espigón y la bocana del puerto.
Un espacio en definitiva que hace treinta años tenía muy
cohibido su ciclo natural y que necesitaba de una importante gestión de
mantenimiento: sanciones a los contaminadores, dragados, limpiezas, restricción
de licencias extractivas....
El reconocimiento del lugar como espacio natural
protegido, visto el recorrido realizado, ha resultado positivo desde el punto
de vista político y comunicativo. Ha emergido un recurso natural, espacial y
turístico que antes no existía. Como un conejo en la chistera, propios y
extraños, lo sacan de ella cuando les resulta útil, rentable y necesario.
Desde el punto de vista de biodiversidad se han conseguido
ciertos avances, o mejor dicho, frenar retrocesos gracias al trabajo de los
equipos de conservación que han puesto su foco en algunas especies emblemáticas
que han logrado, gracias a ello no desaparecer del enclave. Alguna estrella hay
en el cielo, cierto, aunque haya que achinar los ojos para verla debido a la
contaminación lumínica, e incluso alguna otra especie ha visto mejorada su
posición. El reconocimiento del éxito hay que dárselo, seamos honestos, a la
acción de conservación integral de la red de espacios naturales protegidos
europeos.
En la médula, en la esencia, la situación, los problemas,
los retos de las marismas de Isla Cristina son muy similares a los planteados
entre los argumentos que impulsaron su conservación. Los espacios naturales
protegidos andaluces viven un larguísimo día de la marmota, extremado por la
merma de recursos y atención de los últimos años.
La reinaugurada consejería de medio ambiente tiene
similares retos a los que había en su estreno original pero en un escenario muy
diferente. Escenario tecnológico, productivo, demográfico, político y
normativo.
A pesar de que la maquina debe ponerse en movimiento como
el tren que ha estado parado en una estación, existen ahora muchas más
herramientas que pueden permitir con una correcta estrategia y gestión avanzar
de manera decidida y contundente.
El medio ambiente necesita abrirse hueco a codazos. Eso
no ha cambiado. Espero que los nuevos responsables del área lo tengan claro
desde el principio, nuestro territorio lo necesita.
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