viernes, 5 de junio de 2015

Horario de Verano (III) La Productividad


En octubre de 2.014, el Congreso de los Diputados, aprobó el informe para “La Racionalización de los Horarios” que recomienda implantar un sistema similar al británico como una de las vías para reducir los “tiempos muertos” en la jornada laboral española. Esta iniciativa, junto a una mayor implementación de la jornada continua en las empresas, como puede ser entrar a trabajar entre las siete y las ocho de la mañana y salir entre las cuatro y las seis de la tarde con media hora para comer, permitiría, según todos los expertos, una mejor conciliación entre la vida laboral y personal y la productividad de los empleados aumentaría sustancialmente.

Existen experiencias que van aportando luz. Justo Iberdrola, en 2.007 decidió adoptar la jornada continuada a más de 9.000 empleados. La medida ha supuesto un aumento de la productividad del 3,1%, más de 500.000 horas anuales. Además, tras la implementación de esta medida, la empresa ha reducido su absentismo un 20% y la siniestralidad en los últimos cinco años un 60% (El 25% de los accidentes se producen por las tardes, tras la comida). La rentabilidad de los recursos humanos ha crecido en Iberdrola un 14%.

Según un estudio de la Universidad de Zaragoza, titulado Productividad y Empleo, la jornada continua aumenta, de media, un 6% la productividad. Lo habitual es que no podemos estar diez u once horas concentrados, si tenemos una jornada de once o doce horas por delante, se buscan, a veces de manera automática momentos de descanso. Cuando se aplica el horario intensivo, se evitan interrupciones y se concentra el esfuerzo, aumenta la conciencia de aprovechar bien el tiempo para sacar el trabajo adelante y poder salir a la hora. El resultado último es beneficioso para todos: más productividad.

El resto de recursos también se optimizan junto a los horarios de los empleados. Se reduce el consumo general de agua, luz, servicios generales, etc. que son directamente proporcionales al tiempo de apertura de los establecimientos.

Las relaciones comerciales y contractuales de la empresa no deben verse afectadas, la cuestión pasa por comunicarlo adecuadamente a los clientes y proveedores. Implicando a los stakeholders, la adaptación de horarios se convierte en un efecto dominó en el que toda la cadena productiva gana. De hecho en una economía cada vez más internacional, queda constatado en demasiadas ocasiones cómo, los directivos españoles, necesitan ajustar sus tiempos para mejorar su disponibilidad hacia los horarios europeos.

En ocasiones, una larga jornada laboral es el reflejo de un puesto mal diseñado, y sobrecargado de trabajo o la falta de capacidad del empleado. La empresa debe transmitir a cada persona que debe ser capaz de realizar el trabajo requerido en el tiempo establecido. Si necesita más tiempo debe pedir ayuda, monitorización y/o formación, y si cumple el objetivo establecido en menos tiempo, debe también tener la honestidad de decirlo. Esta comunicación resulta fundamental para el aprendizaje organizativo, que, creámoslo, es bueno para todos.

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