No es cierto, no podemos buscar arrope en la cultura latina.
Otros países con similares características al nuestro como Portugal, Francia,
Italia, no tienen los horarios laborales españoles, reconozcámoslo, no es una
cuestión de clima ni de cultura mediterránea.
No, no es cierto que sea una costumbre ancestral del país,
en realidad es un hábito adquirido a mediados del siglo XX, hace cien años, los
horarios españoles eran similares al resto de países europeos. El ajuste del
huso horario fue una decisión unilateral de Franco en 1.942. En esa época
muchos españoles tenían que recurrir al pluriempleo lo que hizo ajustar los
tiempos de almuerzo y cena.
Son muchos miles los trabajadores que tienen ya su puesto
laboral en zonas climatizadas, ya son muy pocos los que alegan la cultura de la
siesta. No, no hay excusa.
Cierto que un país del siglo XXI, inmerso en una economía de
mercado, eminentemente turístico, en un mundo donde internet está abierto 24
horas, debe tener múltiples horarios según el sector que se trate, por
supuesto, no se trata de reducir competitividad sino de optimizar recursos y
aumentar eficiencias.
En España se cena más tarde, las televisiones colocan su
prime time más allá de las diez de la noche. Sin embargo por la mañana solemos
levantarnos a la misma hora que el resto de países. El resultado es que en
España se duerme de media 53 minutos menos que la media europea lo que acarrea toda
una serie de problemas de concentración, probabilidad de accidentes,..
Los números y costumbres no son para alardear: España es, de
los países de su entorno, donde se trabaja más horas y donde también se produce
menos, cuestión que se traduce en demasiadas ocasiones en un tira y afloja con
los salarios que suele perjudicar a los más capacitados. Tiene uno de los
niveles de estrés femeninos más altos, la natalidad baja, la población
envejece. Ante ello, los empresarios apelan a los altos costes laborales y apuestan
por su descenso para mantener competitividad, el salario efectivo se ha
reducido más de un 20% en los últimos años. Se trabaja más por menos.
De manera amplia, puede decirse que en España existe más
nepotismo y menos meritocracia, más absentismo laboral, menos incentivos a la
producción, además de escaso reconocimiento al talento. Eso nos coloca a la
cola de la productividad y a la cabeza de la sociabilidad. Los españoles
socializamos en el ámbito profesional. No es malo en si mismo, al fin y al cabo
forma parte del salario emocional, de la motivación, pero resulta necesario buscar
un equilibrio. No necesitamos ser amigos y cómplices de todos nuestros
compañeros de trabajo.
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