El horario laboral es cultura, cultura de empresa y para
trabajar de manera seria en una implementación de cambios de horarios, se hace
necesario, en primera instancia, ciertos cambios culturales en las empresas. Es
necesario que las estrategias se centren más en la fijación de objetivos y en
los resultados obtenidos, desplazando la cultura, todavía demasiado imperante
de presentismo, de la acumulación de horas y calentar la silla. Un estudio de
Randstad confirmó que el 76% de los que confesaban alargar la jornada laboral
no lo hacían por carga de trabajo sino por puro presentismo.
Los empresarios y los ejecutivos deben ser los primeros en
dar ejemplo finalizando las reuniones, la jornada laboral a su hora, marchando
a su casa o sus aficiones y no reclamando a sus colaboradores en horario extra
laboral más allá de lo que resulte ciertamente imprescindible y urgente. El
efecto de réplica del resto de la organización sorprenderá a muchos. Un estudio del IESE ha comprobado que los empleados no hacen
uso de las políticas de flexibilidad de la empresa, no porque no existan,
sino porque hacerlo chocaría con la cultura de la empresa.
Aversión al cambio, romper con la dinámica establecida suele
ser en no pocas ocasiones el mayor (y único) obstáculo.
Al fin y al cabo, un horario no es más que la distribución
del tiempo que, por definición es escaso, inelástico e imposible de reemplazar.
Pero igualmente el horario es un artificio creado por nosotros mismos, pongámoslo
por tanto a nuestro servicio y no al revés.
Los horarios deben adaptarse a los tiempos y a los
requerimientos de la sociedad. Hay una constatación cierta: los horarios de
trabajo españoles generan disfunciones en la sociedad (La
Fundación Independiente y el Centro Internacional de Trabajo y Familia han
elaborado un libro blanco sobre este asunto). Es hora de adoptar medidas
que subsanen esta incorrecta definición.
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios
Españoles (AROHE), ha publicado una carta abierta a todos los empresarios, instándoles
a adoptar la reducción de la jornada y les invita a medir la productividad de
sus empresas en los meses en que se aplica el horario continuado, y comprobar
si el rendimiento es mayor o menor al del resto del año.
Implantar la jornada continua, según AROHE, tal como hacen
muchas empresas en verano aumenta la motivación, reduce el estrés, estimula la
optimización y enseña a los empleados a planificarse, pero lo más importante es
que eleva la productividad, además, disminuye la siniestralidad, mejora el
rendimiento escolar y la salud pública.
Diez argumentos de AROHE a favor de la jornada continua:
1. Aumenta la motivación. La jornada continua tiene una
incidencia directa en la motivación de sus empleados. Están más satisfechos,
más felices y con mejor disposición para el trabajo gracias a que tienen tiempo
para dedicarlo a su vida personal y a su familia.
2. Fortalece la identificación con el proyecto y con la
empresa. Los empleados satisfechos se identificarán con mayor facilidad con una
empresa que tiene en cuenta sus necesidades y sus circunstancias personales,
que les deja tiempo para atender esas cuestiones.
3. Reduce el estrés. El estrés acumulado repercute
negativamente en el rendimiento de los trabajadores, además esto se une a la
angustia que les produce el hecho de que las largas jornadas de trabajo les
impide dedicar tiempo a la atención de la familia, la preparación de las
vacaciones, las compras y las obligaciones cotidianas.
4. Estimula la optimización del tiempo. Al disponer de un
menor número de horas para realizar las mismas tareas que antes distribuía a lo
largo de una jornada completa, los empleados aprenden a optimizar sus horas de
trabajo, a ser más eficaces y resolutivos en la realización de sus labores
profesionales diarias.
5. Enseña a planificarse. Sin una buena planificación, la
optimización del tiempo es una tarea imposible. Los empleados se verán
obligados a aprender a planificar sus jornadas de trabajo con suficiente
antelación, por medio de reuniones de trabajo operativas que les permitan
distribuir sus tiempos a lo largo de la semana.
6. Permite el aprendizaje y el trabajo en equipo. El verano
es también el periodo vacacional para muchos trabajadores, algo que obliga a
los que todavía no se han ido a implicarse más en las tareas y
responsabilidades de los compañeros ausentes y a colaborar con otros
departamentos y conocer así otros aspectos de la empresa hasta que vuelven los
primeros para relevar a los segundos. Todo ello redunda en beneficio de la
empresa y es algo que sería muy difícil llevar a cabo en un ambiente de
insatisfacción laboral.
7. Mejora el descanso. La jornada reducida permite que el
trabajador sufra un menor nivel de desgaste físico y psíquico. Llega a casa más
fresco, a una hora que le permite disponer de tiempo suficiente para su ocio y
su familia sin tener que trasnochar, y se acuesta antes, con menos
preocupaciones y con menor sensación de agotamiento. Todo ello hace que llegue
menos cansado al trabajo y en mejores condiciones para trabajar.
8. Facilita la desconexión. Salir a una hora razonable de
trabajar permite a la persona desconectar por unas horas de las preocupaciones
laborales. Algo que sería muy difícil hacer si la jornada que comienza se vive
como una continuación de la anterior porque se ha salido muy tarde y apenas le
ha dado tiempo para cenar con la familia y acostarse. Un tiempo de ocio de
calidad es esencial para liberar la mente y dejarla limpia y lista para una
nueva jornada de trabajo productiva.
9. Explora nuevas facetas. Facetas de la personalidad del
trabajador que más tarde pueden tener una incidencia directa en su trabajo.
Desde cursos de formación que ahora tiene tiempo para realizar, hasta aspectos
de desarrollo personal de cada uno de los trabajadores que, aprovechando que
tienen más tiempo y están más relajados, pueden activarse o desarrollarse.
10. Incrementa la productividad. Por último, todas estas
razones confluyen en una única y principal razón de peso. La productividad de
los trabajadores se ve incrementada de manera significativa, algo de lo que se
benefician tanto él como su empresa, y que viene a probar la rentabilidad de la
implantación de medidas de la conciliación y horarios racionales.
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