viernes, 25 de septiembre de 2015

El limón de la Tierra y las Personas

La competencia tiene virtudes en si misma, hace prosperar, mejorar. Intentar ser mejor que el otro nos hace esforzarnos y poner lo mejor de nosotros mismos. Ser mejor que los otros en el ámbito del mercado capitalista es ser competitivo.

De forma paralela, como si de una descomunal matriz de doble entrada se tratase, es necesario tener en cuenta el entorno y el sector. En sectores maduros, saturados, la competencia es alta y la competitividad difícil de alcanzar, solo reservado a los mejores. En esos espacios se vive al límite, de los nervios y de la legalidad. En eso está Volskwagen.

Después, están los plazos y la necesidad de ofrecer resultados en el tiempo solicitado. Las compañías cotizadas en bolsa pueden tener objetivos estratégicos, si quieren, pero lo fundamental es lo inmediato y los rumores. En eso está Abengoa.

Optimizar costes por encima de la seguridad o las calidades mínimas exigidas es otro apartado, en eso estuvo Boliden-Apirsa. Jugar con la propia genética para mejorar eficiencias es otro plano, en eso está Syngenta.

Tomemos el ángulo que tomemos, acabaremos encontrándonos que la competitividad, el mercado y la rentabilidad económica dinamita el equilibrio y pide a los agentes que quieran entrar en el juego, que expriman el limón de la tierra y las personas.

Estamos en una crisis maltusiana y la experiencia dice que cambiaran las reglas del juego. Cada vez que ha ocurrido en la historia, ha sido necesario replantearse el modelo de relación Hombre-Tierra.

Hoy es necesario romper el paradigma de que el desarrollo está ligado al crecimiento económico. El reto pasa por entender que hay prosperidad sin crecimiento y que la democracia es un modelo que va más allá de las grandes instituciones formales.

A los vanguardistas, a los innovadores es a quienes se les queda estrecha la cancha de juego. Se excusa demasiadas veces a esos transgresores del mercado capitalista alegando que son los que hacen evolucionar el sistema. Hay una clara diferencia entre esta evolución y la natural pues el modelo competitivo de mercado es excluyente y destructivo mientras que la evolución natural es enriquecedora, perfeccionista e integradora, por tanto hace el modelo más eficiente, eficaz y sinérgico.


Justo cuando la tecnología permite la compra y venta universal sin restricciones de horarios ni espacios es necesario desconectarla toda para oir el ritmo de la Tierra. Las organizaciones que lo entiendan conquistarán el futuro, eso, si las que no quieren enterarse, lo destruyen antes.

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