Ayer se celebraron elecciones en Portugal. Durante toda
la campaña existió un empate técnico entre el gobierno saliente de Passos Coelho
y la agrupación de izquierdas encabezada por el Partido Socialista y el Bloco
de Esquerda
El resultado ha sido que, pese al mayor número de votos
de la izquierda, la fragmentación de la misma, permitirá al PSD-CDS, y Passos
Coelho podrá formar gobierno, que presumiblemente será de continuidad, es
decir, seguirá aplicando las directrices marcadas desde la mal llamada Europa.
Lo más significativo es lo desapercibidas que han pasado
estas elecciones en una sociedad tan sensible en la actualidad a la vida
política como la española. Seguro que alguno a estas alturas del texto no
sienta pudor de reconocer que no sabía de los comicios de ayer.
Lógico, han pasado de puntillas por los medios de
comunicación y numerosos factores macro iban a permitir casi a cualquier opción
política elegida, escaso margen de maniobra. En definitiva, los analistas han
supuesto que hay poco que decidir, poca carne en el asador de juego portugués,
y para qué cansar a los españoles, ahora que están recientes las catalanas y
llegan las generales.
La cuestión es que la sombra de la tecnificacion, la intervención
de estancias superiores, los tiempos de crisis de estado supeditados a una importante
cesión de soberanía, están dejando descafeinado el debate y la importancia de
las citas electorales. Sólo supuestas amenazas, según ellos, como Syriza en
Grecia o Podemos en España propician movimientos de cierres de filas.
En última instancia, da un poco igual que sean de
derechas o de izquierdas, de arriba o de abajo, centralistas o federalistas,
monárquicos o republicanos, los votos emitidos en Portugal. Poco nuevo se
espera de cualquier gobierno nuevo portugués y así lo han visto los portugueses
que aún siguen en su tierra, subsistiendo cada vez más de ellos por debajo del
salario mínimo interprofesional. Un dato significativo lo atestigua, la
abstención más alta de la historia registrada en el país vecino. Los que buscan
la apatía y la desgana son en realidad los que han ganado ayer en Portugal.
La tecnificacion de la política que se está imponiendo en
algunos territorios es uno de los peores cánceres de la democracia.
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