Lo coronan de laurel en la portada. Es la primera muestra
del respeto y admiración que los autores del libro, David Robles, José Luis
Gozálvez y José Antonio López, tienen
por su protagonista, el thunnus thynnus, obra que titulan: “Ave Thunnus, los
que se van a enamorar de ti, te saludan”.
Una publicación necesaria, por su estilo, por su contenido,
por la manera tan dulce y apasionada de acercarse al mundo del atún, su biología,
sus técnicas de pesca, fundamentalmente la almadraba, y cómo no, la manera de
tratarlo y cocinarlo.
Dicen que el primer acercamiento, para aquellos que no están
en el selecto grupo de los almadraberos al atún, es mediante su consumo y su
valor culinario. Así es, puede que nos lo encontramos en una carta y decidimos
probar, cada vez más, nos lo recomienda un amigo, o el metre. Una vez que pasa
por la boca, nos lo queremos llevar al cerebro, porque es cierto, suele
sentirse una necesidad de saber, de conocer más de este animal del que hay
noticias de su relación con el hombre desde hace más de 3.000 años.
Esta publicación lo consigue, de una manera didáctica,
amena, asequible a los profanos, nos va llevando a descubrir conceptos como las
pínulas, atunarro, albacora, la rabera de tierra, copo, buche, pandullo, testa,
falucho, tarantelo, sangacho, maguro, acopejador..,. Historias y leyendas,
particularidades biológicas, como por ejemplo que son endotérmicos, que su
músculo es el 75% del peso de su cuerpo.
Recetas griegas, japonesas y vanguardistas.
Comenzamos a soñar con encontrarnos un errático o ver como
los esparteles los persiguen por la playa una vez que sabemos de su
heliocentrismo o de su supuesta miopía izquierda.
De rojo, como el atún
y azul como el océano, el libro se acaba rápido y sabe a poco, como el buen
atún, y nos hace volver atrás para quedarnos con nombres de las almadrabas, las
vivencias de Claudio Columé, las partes troceadas tras el ronqueo. Todo un
mundo el del atún que no debemos darnos el lujo de perdernos.
Es cierto lo que nos anuncian en la portada, del atún rojo,
nos enamoramos. Lo conocemos, y sabemos entonces que comienza una relación placentera
que nos acompañará siempre, como un vicio, cuanto más probamos, más queremos.
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