viernes, 15 de enero de 2016

Espacios Naturales Vivos, con Futuro

Red de Espacios Naturales Protegidos europeos
El modelo de gestión de los Espacios Naturales Protegidos (ENP), es uno de los grandes debates a plantear en la estrategia de desarrollo sostenible y sostenido del conjunto del territorio.

Es hoy ya una realidad que los ENP que gozan de mejor salud social, económica y medioambiental son aquellos que están en la senda de conseguir un equilibro estable entre el uso y la conservación del territorio, entre mantener vivo, habitado, productivo el espacio y conseguir mejorar su biodiversidad y el disfrute por parte de todos.

Son ENP de éxito, aquellos que consiguen un aprovechamiento económico y social del medio a la vez que mantienen sus principales valores patrimoniales, culturales y medioambientales. Son, los que permiten a las poblaciones locales seguir manteniendo sus medios tradicionales de vida mediante aprovechamientos silvícolas, ganaderos y agrícolas y abren a la vez una ventana para el disfrute de turistas y visitantes.

Es un error manifiesto considerar que los ENP son islas herméticas a las que es necesario aislar de la presión demográfica e industrial como única vía para mantener sus valores naturales. Esta circunstancia provoca el rechazo inicial de las poblaciones locales que ven eliminado su medio de vida, su cultura, sus tradiciones y en extremas, penosas, han visto perder la propiedad de la tierra que los ha mantenido durante generaciones. Y a la vez, resulta indecente, iluso, quimérico, querer hacer comprender a las especies salvajes que se mantengan dentro de esas líneas imaginarias creadas exprofeso que son los límites legales del ENP.

Poblado de Los Centenares. Sus habitantes fueron expulsados en los años 60 cuando las tierras fueron declaradas Reserva Nacional de Caza (Actualmente incluido en el PN Sierra de Segura, Cazorla y Las Villas)
Es un error doble porque las poblaciones locales, a lo largo de incontables generaciones son las que han ido moldeando lo que después se ha valorado legalmente y reconocido como ENP. Son las poblaciones locales, las autoras, las creadoras en gran medida del territorio tal como hoy lo conocemos. Eliminar su acción continua y sostenible sobre del mismo, mutila el equilibrio natural. Es cierto que hay que gestionarlo y evitar la presión excesiva, claro, pero nunca prohibir, multar, expulsar como primer criterio de acción.

Un ENP sin la gente que lo ha habitado y moldeado durante cientos de años, pierde gran parte de su valor, se queda sin equilibro y ve mermado su futuro. A la vez, las especies salvajes, la fauna y la flora, no entiende de acotaciones humanas y, llevan en su propia genética, en su propia definición, el concepto de libertad, y en su proceso natural se encuentra la exploración, la expansión, la conquista de nuevos territorios. Encarcelarlos es de una torpeza supina.

Un ENP no puede asimilarse ni de lejos al concepto de un gran zoo.

Conseguir un adecuado equilibrio entre uso y disfrute de los ENP ya reconocidos los convertiría en ejemplos a seguir, permitiría que otros lugares, comarcas, territorios, consiguiesen expansionar sus valores naturales, económicos y sociales. Un adecuado modelo de gestión permitiría reintegrar numerosos enclaves al estado en que se encontraban a comienzos del siglo XX, antes de la expansión demográfica e industrial.

Abrevadero de montaña realizado con madera,
aprovecha los cauces naturales
Hoy, las técnicas y los aprovechamientos, los requerimientos al territorio han cambiado sustancialmente y el valor económico pasa por la adecuada valorización cultural, patrimonial y natural. Un encaje de estos espacios en el siglo XXI permitiría potenciar la riqueza natural y a continuación social y económica de numerosos lugares que hoy están en franca decadencia y en proceso de abandono. Sin buscarlo, la normativa medioambiental y la política pública está llevando a territorios de primera, segunda y tercera clase.

Comarcas donde la productividad agrícola y ganadera es menor, el clima es más duro, se encuentran alejados de la costa y/o grandes núcleos urbanos ofrecen un panorama muy preocupante ante la falta de relevo generacional que está llevando al abandono de multitud de tierras y espacios. Los que no se encuentran dentro de los ENP y por tanto sin dotación presupuestaria para su conservación, ni órgano de gobierno, se encuentran abocados a la desertización social y forestal. Cada vez se encuentra más cerca la necesidad de formar y buscar personas que se trasladen a estos territorios y se les retribuya por servicios ambientales a la sociedad.

Es oportuno reconocer los avances logrados, se ha conseguido conservar flora, fauna y territorio y se han modificado muchos esquemas mentales. Se ha realizado un gran trabajo en ciertos territorios y con algunas especies. Es hora de dar otro paso.

Es el momento de poner en marcha una gestión estratégica e integrada del territorio. Si de verdad pensamos que es valioso nuestro patrimonio natural, cultural, histórico y etnográfico, debe adoptarse una visión global y debemos asumir que los ENP deben protegerse pero a la vez tienen que ser vivos y dinámicos. Esa vida, ese dinamismo los imprimen, fundamentalmente la acción sensata del hombre. Hay que preservar lo natural, por supuesto, debe conseguirse generación de riqueza económica, igualdad de oportunidades para las personas en todo el territorio, también.

Existen caminos trazados. Modelos de custodia del territorio en los que pueden reconocerse como ENP, espacios privados que llevan a cabo una gestión excelente del entorno es una fórmula que ya existe en numerosos lugares. Actividades económicas rentables y responsables con el medio, también. El avance tecnológico permite una red de comunicaciones virtuales y físicas de bajo impacto, las energías renovables superan la paridad respecto a las convencionales en los espacios rurales, es posible la instalación de microalmazaras, mataderos y queserías móviles, actividades transformadoras de residuo cero. Sólo es necesario trazar la prioridad y asumir el compromiso político.

Huelgas (huertas de montaña) abandonadas en la cabecera del rio Segura
Permitir y potenciar actividades económicas sostenibles que aporten valor económico diferenciado a los productos y servicios de los ENP un aspecto esencial. Las líneas rojas que hoy en los mapas marcan los ENP deben hacerse permeables, permitiendo el trasvase de información, riqueza y vida a lo largo y ancho de todo el territorio.Tenemos que romper la ligación existente entre los conceptos: ENP y centro de coste.

Y de forma paralela trabajar en la consolidación democrática, en distribuir la responsabilidad, en confiar en los agentes que viven y actúan en el medio. Existen ya espacios de participación ciudadana, cierto, ir más allá y confiar en las decisiones de los habitantes de los ENP, dotando a los mismos de entes autónomos y democráticos podría convertirse en un gran hito.


Tenemos un enfoque eminentemente conservacionista de los ENP, el que resultó necesario desplegar hace 30 años. Ahora debemos incorporar a los ENP los aspectos económico y social inexcusables para afrontar con fortaleza los importantes retos que se nos presentan en el siglo XXI.

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