Red de Espacios Naturales Protegidos europeos |
El modelo de gestión de los
Espacios Naturales Protegidos (ENP), es uno de los grandes debates a plantear
en la estrategia de desarrollo sostenible y sostenido del conjunto del
territorio.
Es hoy ya una realidad que los
ENP que gozan de mejor salud social, económica y medioambiental son aquellos
que están en la senda de conseguir un equilibro estable entre el uso y la
conservación del territorio, entre mantener vivo, habitado, productivo el
espacio y conseguir mejorar su biodiversidad y el disfrute por parte de todos.
Son ENP de éxito, aquellos que
consiguen un aprovechamiento económico y social del medio a la vez que
mantienen sus principales valores patrimoniales, culturales y medioambientales.
Son, los que permiten a las poblaciones locales seguir manteniendo sus medios
tradicionales de vida mediante aprovechamientos silvícolas, ganaderos y
agrícolas y abren a la vez una ventana para el disfrute de turistas y
visitantes.
Es un error manifiesto considerar
que los ENP son islas herméticas a las que es necesario aislar de la presión
demográfica e industrial como única vía para mantener sus valores naturales.
Esta circunstancia provoca el rechazo inicial de las poblaciones locales que
ven eliminado su medio de vida, su cultura, sus tradiciones y en extremas,
penosas, han visto perder la propiedad de la tierra que los ha mantenido
durante generaciones. Y a la vez, resulta indecente, iluso, quimérico, querer
hacer comprender a las especies salvajes que se mantengan dentro de esas líneas
imaginarias creadas exprofeso que son los límites legales del ENP.
Es un error doble porque las
poblaciones locales, a lo largo de incontables generaciones son las que han ido
moldeando lo que después se ha valorado legalmente y reconocido como ENP. Son
las poblaciones locales, las autoras, las creadoras en gran medida del territorio
tal como hoy lo conocemos. Eliminar su acción continua y sostenible sobre del
mismo, mutila el equilibrio natural. Es cierto que hay que gestionarlo y evitar
la presión excesiva, claro, pero nunca prohibir, multar, expulsar como primer
criterio de acción.
Un ENP sin la gente que lo ha
habitado y moldeado durante cientos de años, pierde gran parte de su valor, se
queda sin equilibro y ve mermado su futuro. A la vez, las especies salvajes, la
fauna y la flora, no entiende de acotaciones humanas y, llevan en su propia
genética, en su propia definición, el concepto de libertad, y en su proceso
natural se encuentra la exploración, la expansión, la conquista de nuevos territorios.
Encarcelarlos es de una torpeza supina.
Un ENP no puede asimilarse ni de
lejos al concepto de un gran zoo.
Conseguir un adecuado equilibrio
entre uso y disfrute de los ENP ya reconocidos los convertiría en ejemplos a
seguir, permitiría que otros lugares, comarcas, territorios, consiguiesen
expansionar sus valores naturales, económicos y sociales. Un adecuado modelo de
gestión permitiría reintegrar numerosos enclaves al estado en que se
encontraban a comienzos del siglo XX, antes de la expansión demográfica e
industrial.
Abrevadero de montaña realizado con madera, aprovecha los cauces naturales |
Hoy, las técnicas y los
aprovechamientos, los requerimientos al territorio han cambiado sustancialmente
y el valor económico pasa por la adecuada valorización cultural, patrimonial y
natural. Un encaje de estos espacios en el siglo XXI permitiría potenciar la
riqueza natural y a continuación social y económica de numerosos lugares que
hoy están en franca decadencia y en proceso de abandono. Sin buscarlo, la
normativa medioambiental y la política pública está llevando a territorios de
primera, segunda y tercera clase.
Comarcas donde la productividad
agrícola y ganadera es menor, el clima es más duro, se encuentran alejados de
la costa y/o grandes núcleos urbanos ofrecen un panorama muy preocupante ante
la falta de relevo generacional que está llevando al abandono de multitud de
tierras y espacios. Los que no se encuentran dentro de los ENP y por tanto sin
dotación presupuestaria para su conservación, ni órgano de gobierno, se
encuentran abocados a la desertización social y forestal. Cada vez se encuentra
más cerca la necesidad de formar y buscar personas que se trasladen a estos
territorios y se les retribuya por servicios ambientales a la sociedad.
Es oportuno reconocer los
avances logrados, se ha conseguido conservar flora, fauna y territorio y se han
modificado muchos esquemas mentales. Se ha realizado un gran trabajo en ciertos
territorios y con algunas especies. Es hora de dar otro paso.
Es el momento de poner en
marcha una gestión estratégica e integrada del territorio. Si de verdad
pensamos que es valioso nuestro patrimonio natural, cultural, histórico y
etnográfico, debe adoptarse una visión global y debemos asumir que los ENP
deben protegerse pero a la vez tienen que ser vivos y dinámicos. Esa vida, ese
dinamismo los imprimen, fundamentalmente la acción sensata del hombre. Hay que
preservar lo natural, por supuesto, debe conseguirse generación de riqueza
económica, igualdad de oportunidades para las personas en todo el territorio,
también.
Existen caminos trazados. Modelos
de custodia del territorio en los que pueden reconocerse como ENP, espacios
privados que llevan a cabo una gestión excelente del entorno es una fórmula que
ya existe en numerosos lugares. Actividades económicas rentables y responsables
con el medio, también. El avance tecnológico permite una red de comunicaciones
virtuales y físicas de bajo impacto, las energías renovables superan la paridad
respecto a las convencionales en los espacios rurales, es posible la
instalación de microalmazaras, mataderos y queserías móviles, actividades
transformadoras de residuo cero. Sólo es necesario trazar la prioridad y asumir
el compromiso político.
Huelgas (huertas de montaña) abandonadas en la cabecera del rio Segura |
Permitir y potenciar
actividades económicas sostenibles que aporten valor económico diferenciado a
los productos y servicios de los ENP un aspecto esencial. Las líneas rojas que
hoy en los mapas marcan los ENP deben hacerse permeables, permitiendo el trasvase
de información, riqueza y vida a lo largo y ancho de todo el territorio. Tenemos que romper la ligación
existente entre los conceptos: ENP y centro de coste.
Y de forma paralela trabajar
en la consolidación democrática, en distribuir la responsabilidad, en confiar
en los agentes que viven y actúan en el medio. Existen ya espacios de
participación ciudadana, cierto, ir más allá y confiar en las decisiones de los
habitantes de los ENP, dotando a los mismos de entes autónomos y democráticos podría
convertirse en un gran hito.
Tenemos un enfoque eminentemente
conservacionista de los ENP, el que resultó necesario desplegar hace 30 años.
Ahora debemos incorporar a los ENP los aspectos económico y social inexcusables
para afrontar con fortaleza los importantes retos que se nos presentan en el
siglo XXI.
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