Se coge un puñado de castañas secas peladas, pilongas las
llamamos por aquí, yo las busqué del Algarve portugués y un puñado de judías
blancas, de riñón; yo prefiero las de La Bañeza. Se meten en remojo la noche
anterior.
Se escurren las castañas y las judias tras 12-15 horas de
remojo.
En un perol se echa un chorrito de aceite (AOVE claro) y
se sofríe un poco de cebolla dulce fresca hembra y cáscara de naranja, prefiero
Navelate de la Vega del Guadalquivir. Se retiran al punto de dorado.
Se ponen a hervir las judias y las castañas con canela en
rama, ajonjolí y clavos machacados, al gusto, las mejores especias podéis
encontrarlas en Stone Town.
Añadir cuando esté hirviendo una cucharada de azúcar
morena de la costa granadina. Dejar cocer hasta que estén tiernas.
Puñados de arroz blanco según los comensales, ideal el
bomba del Delta del Ebro.
Comer hasta saciar.
Es una receta poco conocida y lo que es peor, cada vez
menos guisada. En mi familia se hizo desde siempre, habitual en estas fechas.
Guiso de invierno, calentito, dulzón, gratificante al cuerpo y los sentidos.
Una receta excelente para el Blue Monday, cargada de
caras y lugares, de sensaciones y emociones, de tradiciones. Sabores que
refrescan la memoria y saben a vida nueva.
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