La supremacía de los machos alfa, esos que son los
más fuertes, los más vistosos, los que consiguen dejar sus genes en la siguiente generación, por decirlo en plan fino, no resultar grosero y no decirlo de
manera directa como lo que es, que el que la mete hasta el fondo es el que
gana, está ampliamente extendido en el género animal.
En la especie humana también se produce, a nuestro
estilo. Los símbolos fálicos de dominio se han utilizado y perpetuado en las
civilizaciones hasta llegar hasta nuestros sky line.
Lo que duele, si, lo que jode, es el superlativo grado de
estupidez supina que alcanzamos en estos momentos.Por inoportuna, por inútil, por absurda, por retrógrada,
por torpe, por miope, por cainista, las pretensiones de los machos alfa es anacrónica, irracional y necia.
Habrá algo más maravilloso, más gratificante, más
progresista, más satisfactorio que el trato de igual a igual?. Ida y vuelta, de
tú a tú, en los mismos términos, como el mejor flamenco. Tratando y respetando
como deseas que lo hagan contigo.
Lo siento por ellos, por mi, por todos, pero hoy me
parece un buen momento para reprochárselo, tengo la necesidad de decírselo más claro que alto: los aspirantes a macho alfa y los que se creen serlo, son el
peor lastre de nuestra civilización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario