sábado, 23 de abril de 2016

Leer te ayuda a ser más feliz

A cada tramo, aparece una nueva estantería en mi vida. Voy atesorando títulos, historias, autores, vivencias, libros. En ocasiones pienso si no es ésta una variante del casposo Diógenes transmutado en negro sobre blanco.

Al principio reposan, recostados, sobre sus hermanos verticales que ya tienen ocupado todo el espacio de la balda. A continuación se van formando pequeños montoncitos a los pies de los más viejos, en la mesa de escritorio, en los rincones del despacho. Aunque me desprendo de muchos de ellos, el flujo de entrada sigue siendo mayor que el de salida, soy incapaz de salir de una librería sin un nuevo tesoro. Así que, cada cierto tiempo, incorporo una nueva estantería a mi vida.

Sólo repasar los lomos, pasear la mirada por ellos, se me enriquece la vida y se expande más allá del espacio y el tiempo. Este sencillo y cotidiano ejercicio me sirve para refrescar la angustia que se siente al explorar una selva indómita o los casquetes polares, la sensación de saltar al cosmos o la prehistoria, de escalar un 8000 o sumergirte en el océano. 

Cuando la mente flota sobre la colección de libros podemos fundirnos con nosotros mismos y con mil personajes, podemos hacer un ejercicio de introversión o desahogo, jugar con la muerte o volvernos inmortales. Sacar por un momento nuestro lado más huraño, más pícaro, más audaz, más salvaje, más filosófico, más infiel, más honesto, más aventurero, más recatado, más excéntrico.

Leer te ayuda a ser más feliz, a vivir otras vidas, más intensamente y más tiempo. Y está probado. En un trabajo desarrollado por el Centro de Estudios y mercado y Relaciones industriales de la Universidad de Roma y la editorial Mauri Spagnol, cogieron un grupo de 1.100 individuos, los dividieron en lectores y no lectores y analizaron para los mismos los índices de satisfacción de la vida. Los lectores superaron en todos los apartados a los no lectores. Se sentían más felices y experimentaban con mayor frecuencia emociones positivas.


Sin afán de alimentar reproches, ahora tengo más motivos para sentir cierta lástima por los que no leen. Por todo lo que se pierden, porque, leer te regala nuevas vidas, nuevos mundos, nuevas sensaciones. Y también porque se les escapa la oportunidad de disfrutar más de  la vida, que al fin y al cabo, debe ser una de nuestros objetivos más esenciales.

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