Tribuna publicada en el número 66 de la revista Valor Ecológico
El hombre es poderoso como
especie. Hace mucho que su capacidad de gestión y técnica le permite moldear el
paisaje. El hombre va rápido, muy rápido, tanto, que su tecnología está
cambiando, alterando la dinámica natural de todo un planeta.
Somos tan poderosos, vamos tan
rápido, que ha sido necesario poner en marcha mecanismos de autocontrol que
pongan freno a este tren descontrolado del mal llamado desarrollismo. Para
intentar frenar el cambio climático, la última cumbre de máximo nivel acaba de
celebrarse en París, y, aunque debería haber sido más contundente y tajante, su
resolución final lo deja claro: No puede se puede esperar más, las nefastas
consecuencias del cambio climático provocado por el hombre están aquí.
El cambio climático acelerado
por nuestra actividad en el planeta hace desaparecer especies cada día,
modifica ecosistemas, mata hectáreas y hectáreas de territorio, el deterioro es
continuo, progresivo y, en demasiados casos, irreversible. Falta perspectiva
porque, siendo egoístas, debemos valorar que los afectados, en última instancia
somos los propios hombres. No nos engañemos, la vida volverá a abrirse paso, de
una u otra forma, los que perdemos somos nosotros. Porque la Tierra es finita,
los recursos se agotan, la población crece, todo a la vez, todos los días.
Podríamos haber superado ya el punto de no retorno, ese que, por mucho que
hagamos no nos permitiría volver a restablecer los imprescindibles equilibrios
naturales.
Esto, nuestros gobernantes lo
saben, por eso estoy francamente defraudado con los resultados de la Cumbre de
París, pues a pesar de tener encima de la mesa datos extremadamente
preocupantes, no han conseguido acordar y poner en marcha medidas categóricas y
obligatorias. Toman decisiones como si fuésemos la última generación del
planeta. No están teniendo en cuenta, no valoran la calidad de vida de las
generaciones venideras. Expresiones claramente ambiguas y laxas como “lo antes
posible”, “aportaciones voluntarias” no deben ser admitidas por una sociedad
cada vez más formada y concienciada.
Que aumente la temperatura
media en el planeta 1,5 grados en este siglo, supone en lugares como el sur de
la península ibérica una subida de 4-5 grados. En la práctica, se traduce en
profundos desequilibrios y trastornos naturales, agrícolas, sociales. La
mortandad de las abejas o las floraciones tempranas pueden convertirse en meras
anécdotas. Los cultivos, la ganadería, los espacios naturales, el medio rural
no va a poder ser como hoy lo conocemos. Tendrá que replantearse el regadío de
miles de hectáreas, decenas de cultivos desaparecerán de sus zonas
tradicionales, cientos de variedades locales y autóctonas se quedarán recluidas
a los bancos de semilla y lo que es peor, no nos engañemos, sin posibilidad
real de volver a ser plantadas donde surgieron.
Los ecosistemas naturales,
desde los humedales costeros y las vegas, hasta la alta montaña, todos se verán
afectados, según la Universidad de Connecticut, el cambio climático hará
desaparecer el 16% de las especies del mundo. La última vez que sucedió algo
parecido fue hace 65 millones de años, fue la extinción de los dinosaurios y un
modelo del mundo.
La Fundación Savia acordó en
su último patronato solicitar a los máximos dirigentes mundiales que se cree la
figura del defensor de las generaciones futuras como instrumento para
introducir en las estrategias políticas el concepto de equidad, idea y
principio al que se debe dotar de fuerza moral y legal. Ese es el camino
necesario si queremos un mejor futuro.
Tenemos que pensar en aquellas
personas que pueden no ser coincidentes en el espacio y en el tiempo, debemos
superar el concepto de bienestar y desarrollar el de equidad. Las generaciones
futuras tienen un grave problema, que no consumen, que no votan, así que no las
tienen en cuenta los mercados ni los políticos. Gravísimo error del que debe
quitarlos la sociedad civil con su compra, con su voto, con su opinión, con su
acción.
Puede leerse la revista completa en este enlace.
2 comentarios:
No aparece el enlace,por favor solicito lo incluyas,me interesa leer la revista. Y que decir del asunto,desde el protocolo de Kyoto de 1997,no se ha hecho nada. Todo el mundo escribe sobre los problemas,pero nadie da soluciones. En la última conferencia repiten cifras,como dato novedoso,que ya acordaron en la cumbre de Copenhague en el 2009. Dónde están las medidas?
No aparece el enlace,por favor solicito lo incluyas,me interesa leer la revista. Y que decir del asunto,desde el protocolo de Kyoto de 1997,no se ha hecho nada. Todo el mundo escribe sobre los problemas,pero nadie da soluciones. En la última conferencia repiten cifras,como dato novedoso,que ya acordaron en la cumbre de Copenhague en el 2009. Dónde están las medidas?
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