jueves, 26 de mayo de 2016

La amenaza de los nuevos: Mirar en los agujeros y cajones

El nuevo equipo del ayuntamiento de Madrid acaba de descubrir otra situación dañosa para los ciudadanos. En este caso, el pago de unos servicios que no se estaban prestando, que nunca se han puesto en marcha ni realizado. Esta vez son unos sistemas semáforicos en la M30 que nunca llegaron siquiera a montarse.

Otros equipos de gobierno autorizaron la realización de los contratos y los pagos. Dinero público a cambio de nada.

Es este gran parte del precio que supone que lleguen nuevos equipos, nuevos partidos. La inexistencia de relaciones previas continuadas, anula la connivencia. Porque los corruptos no lo son sin corruptores.

Un factor de degradación de la democracia es la corrupción, que no es, utilizando el símil biológico, una especie colonizadora, pero sí que se expansiona cuando encuentra el adecuado ecosistema, y para la corrupción este es, un sistema de poder con cuarenta años de antigüedad.


A un mes de las elecciones y su jornada previa de reflexión, por cierto, sistema ya anacrónico, tengo clarísimo que esta campaña, las próximas semanas van a ser duras, van a ser días del todo vale. Todo vale con tal que no se rompa el status quo establecido. Hasta cierto punto, comprensible, hay mucho en juego.


No es ya una estructura de partido político del que comen muchas familias, las de esos políticos que hoy ocupan puestos de cabeza y que solo han conocido en su vida esa profesión, esa fuente de ingresos. No es solo eso, es también toda una serie de superestructuras de relaciones que han facilitado el éxito de empresas, asociaciones profesionales, agrupaciones sectoriales, organizaciones profesionales, ongs,..., todos esos que en definitiva, aprenden a alimentarse del poder. Y si tienen oportunidad lo utilizan en beneficio propio.

La amenaza de los nuevos, está en sus propuestas de reformas políticas y legislativas, y también en mirar en esos cajones, esos agujeros en los que se deja constancia del uso del poder y del dinero de todos en beneficio de unos pocos. Esos pocos que al ver peligrar su situación de privilegio, que hoy consideran ya natural, ganada, como si de un derecho se tratase, van a defenderse con uñas y dientes y van a sacar el armamento pesado de falsas denuncias, influencia en los medios de comunicación o boicot velado cada vez que tengan ocasión.

Más allá de las propuestas legislativas específicas de nuevas propuestas políticas, es decir, ceteris paribus, la llegada de nuevos partidos a órganos de gobierno es una excelente noticia para las instituciones, para el estado, para los ciudadanos porque es la mejor medida posible de higiene democrática, para la calidad de nuestra democracia y por tanto para nuestro futuro común.

El poder corrompe y son tan malos los corruptos como los corruptores. Algunos se aferran a sus posiciones con todo y en caso de ser expulsados, arañan y muerden, ya hemos visto algunos ejemplos recientes. Hacen más daño que el que supone que tiren de una manta. Ese daño sigue salpicando a todos pues algunos llevan cierto adn de Atila e intentarán dejar solo hierba quemada tras su paso. No lo permitamos porque lo común no es privativo, por definición.

No nos dejemos engañar, no es una cuestión de limitar los mandatos de personas con nombre y apellidos, no es cuestión de alternancia de poder, tampoco es eso. La clave está en preservar la Política como una actividad de servicio público y esa frescura, ese abono únicamente se encuentra en la entrada de nuevas personas, de nuevas organizaciones que no tienen miedo a abrir cajones y decir públicamente lo que han visto en ellos

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