Todos los cambios que hagan falta siempre que sean para
bien. Era la máxima de mi abuelo. Desde pequeño, la frase me ayuda a afrontar
con mayor energía las situaciones nuevas y desconocidas.
Lo único nuevo de las próximas elecciones, son los
movimientos en la izquierda política española porque en el resto del abanico
político, todo sigue igual.
Por definición, los conservadores son reacios a los
cambios: calma, parsimonia, prudencia suelen ser los estigmas repetidos para
intentar que todo se mantenga como hasta ahora, y así nos va. Dejemos de
autoengañarnos: llevamos veinticinco años de gobiernos conservadores, y así nos
luce.
Cualquier intento serio, potente de hacer cambios
progresistas en política fiscal, en régimen laboral, en procedimientos
administrativos, en la justicia, en materia energética, medioambiental,
educativa, protección social..., seamos honestos no se han producido. Llevamos
seis legislaturas cuyo balance neto es de retranqueo.
Por eso, aunque aún no tengo decidido mi voto, pues soy
de los que si prestan atención a la campaña, más allá de soflamas y
fanfarronadas, si me importa lo que digan los programas electorales y si espero
con ansiedad las propuestas y prioridades que los candidatos ponen en su agenda
en caso de que les votemos para ponerlas en marcha. Por eso, me parece una gran
noticia que la izquierda política proponga cambios que pueden suponer los
brotes del progreso. Y si ese progreso es social, transversal e intergeneracional,
mejor.
Porque más allá de la natural aversión al cambio,
legítima en toda especie viva, que responde a un insisto básico de
supervivencia, debemos tener la suficiente madurez sociológica para entender y
asumir que así no podemos seguir. Simple y llanamente, el modelo, en muchos
planos, está agotado. Es hora de avanzar y eso sólo viene cambiando, asumiendo
riesgos, claro, hasta eso es una máxima del capitalismo líquido: cuando mayor
es el riesgo que se asume, mayor posibilidad de grandes ganancias.
De forma histórica, han sido las ideas de amplio calado
social, las que pasaban por una mejoría amplia, las que sueltan amarras de
estigmas rancios las que han hecho progresar nuestras sociedades. Es hora de no
ser parte del problema.
Las soflamas y amenazas de los últimos días, alentando al
miedo, precisamente intentando anular cualquier tipo de cambio, diciendo eso de
que vienen los comunistas me parecen tan superficiales, vacías, absurdas,
simples, torpes y memas que me insultan la inteligencia social. Tan poca visión
de estado tienen quienes apelan a esos argumentos?
Se mueve la izquierda, nos invita al cambio. Es una gran
noticia, la mejor posible para escapar al onanismo al que nos tienen sometidos
el amplio abanico de partidos políticos conservadores y su amplio séquito de
acólitos.
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