miércoles, 16 de noviembre de 2016

No puede ser un año más

Las cocinas del carnaval están reuniendo ingredientes, poniendo los calderos a la lumbre, las guitarras a afinar, las agujas a ensartar. Todo tiene que sumar para la puesta de largo de febrero, el gran momento del sentir isleño. Casi el 50% de los isleños participan en la fiesta de una u otra manera. El Carnaval Isleño es “La Fiesta del Pueblo”.

Este año del 2017 no puede ser un año más. Se celebra la L Edición (large edition, anoten autores) de la edad moderna de nuestra expresión colectiva de mayor raigambre y que ha hecho famosa a Isla Cristina en muchos foros.

En los últimos años, por méritos de otros y desatinos propios, el carnaval isleño ha quedado relegado a posiciones modestas, reconozcámoslo, hemos dejado de ser referentes. Siendo honestos, la calidad de diversas facetas del carnaval isleño, está dejando que desear, no está ni a media altura de lo que debería. Si el carnaval es crítica, seamos honrados y mirémonos el ombligo. Desde la dirección de la fiesta, inexistente, hasta la ausencia ciudadana en los días de calle, todos estamos siendo parte del problema.

Cierto que algunos siguen trabajando con ahínco, dando lo mejor de su cabeza, sus manos y su bolsillo, y es fundamental que lo sigan haciendo, mi más sincero agradecimiento y reconocimiento, pero el conjunto y resultado final es pobre, es así.

Por eso, o simplemente porque nos lo merezcamos, esta edición no puede ser una más. No es cuestión de presupuesto, porque no hay nada más isleño que una murga barata rebosante de arte, no hay nada más carnavalero que la espontaneidad de un mamarracho. No es cuestión de presupuesto sino de actitud.

Por eso, ayuntamiento, ACI y FIPAC, autores y directores de teatro, cabalgata y calle, peñas, pandillas, isleños e isleñas deben enterrar sus disputas cainitas, su ego superlativo, su caché de rincón de barra y trabajar para enaltecer una fiesta que es seña de identidad de todo un pueblo. Hay que ser valientes, conservar estilos y tradiciones, pero también de renovarse, demasiadas de las reglas y normas del carnaval isleño suenan rancias.

Cincuenta años dan para mucho. Es hora de reconocer el trabajo de tanto carnavalero currante anónimo, gente que hizo escuela, personas de las que es imperdonable olvidarse. No es cuestión de listar nombres, si que es cierto que puede haber reconocidos homenajes, aunque a buen seguro, el mejor, para todos ellos, es engrandecer el carnaval.


Es hora de volver a poner en valor el pasodoble a la reina y el piropo a Isla Cristina, de hacer tipos elegantes, de recuperar la sátira y la crítica elegante, de jugar con voces y arpegios sin estridencias. Es hora de actualizar el papel de la mujer en la fiesta. Es hora de plumas al viento, de carrozas y disfraces que hagan pequeñas las avenidas, de tomar la calle el lunes y el martes. Es hora de que el miércoles de ceniza sepa a poco y que quede hambre para el jueves y el viernes, de fundirnos en la noche rosa del sábado, de que llevemos a los niños a romper piñatas con resto de maquillaje y purpurina en el pelo.https://ssl.gstatic.com/ui/v1/icons/mail/images/cleardot.gif

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