sábado, 30 de diciembre de 2017

Orgullo de Pueblo para 2018, mi deseo

En el camino de los objetivos particulares tenemos que encontrar los comunes. Porque el año 2018 será mejor si, en conjunto, es favorable para la inmensa mayoría.

Entre el crecimiento del individualismo, en el objetivo de perseguir con vehemencia la prosperidad del círculo más reducido, entre la sensación de que lo mío empieza exclusivamente en el espacio del que dispongo llave y por tanto es exclusivo; resulta revolucionario entender que el futuro sólo tiene sentido si es colectivo.

Son demasiados años ya, casi una década en la que las políticas neoliberales han manifestado su lado más corrosivo. Nadie se atreve a negar ya que han resultado excesivas, abusivas y nefastas las políticas de contracción del gasto a costa de los más débiles, políticas que están agravando una brecha social que mina los cimientos de la propia calidad democrática y de convivencia.

Los recortes en los servicios de mayor conquista social, los que han posibilitado los mayores grados de desarrollo que se conocen, nos han hecho retroceder a situaciones de preguerra. Es inconcebible que estemos tolerando el retroceso en las políticas sanitarias y de educación. El auge de colegios y clínicas privadas son la evidencia de una ruptura de clase social que destroza, de manera rápida lo que se ha tardado décadas en construir.

El consumo interno, sin embargo, sigue siendo el pilar básico de la demanda y por tanto de la economía, del tejido empresarial, pero ya no hay clase media. Debilitamos la clase trabajadora pero nadie parece querer explicar que eso supone debilitar el conjunto de la economía y del estado. Precarizar el empleo es lo mismo que esquilmar la fertilidad del suelo.

El resultado es que nos encontramos con, un cada vez más reducido grupo de nueva burguesía tecnológica por un lado, una exclusiva clase media alta encandilada por las bondades del consumismo y la posesión, y, de otro, una caterva de obreros que viven para trabajar en precario,  y que en sus ratos libres pasean ante escaparates o jalean ante el televisor.Resultado de imagen de dignidad

El año 2018 tiene apenas una chispa de esperanza, siempre alejada de la oligarquía de poder, preocupada exclusivamente por mantenerse en el top. La esperanza late en el orgullo, en la dignidad del Pueblo. Porque ahora, más que nunca resulta necesario reivindicar la soberanía del pueblo, desde la que tiene que emanar toda fuerza de cambio.

El orgullo y la dignidad tiene que hacer revelarnos contra un modelo, el de partidos de empleados que utilizan las instituciones públicas de forma egoísta, contra un modelo, el neoliberal cuyo objetivo maximalista de crecimiento lleva a la destrucción del planeta, contra un modelo, el de la permisividad, que cede el poder a unos pocos que no son merecedores del mismo.


Mi deseo para el 2018 es que cada uno de nosotros, cada día, lleve a cabo una acción en la que, de manera consciente ejerza y manifieste de forma clara, el Orgullo, la Dignidad de ser Pueblo.

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