lunes, 16 de marzo de 2020

Análisis Decatológico del Coronavirus, Día 6


Este coronavirus ha sido entre iguales, cuesta por tanto rechazar al vecino, al familiar, al compañero. No estamos preparados para verlos como amenaza. Aún así, la inseguridad se apodera de nosotros.

Pensad si pudiesen distinguirse un pelín, un rasgo distintivo, desde lejos, como una luz de alerta. Entonces, si se produciría rechazo primero, repulsión después, odio tras ello. Nótese el rechazo espontáneo que supuso en Europa el contacto con personas de rasgos asiáticos en la primera fase de expansión del Virus. Aún no había ningún caso en España y se vaciaron los restaurantes y comercios chinos, japoneses, vietnamitas. Los ciudadanos chinos optaron por quedarse en casa ante el rechazo social. Se corre una hipocondría que brota del cemento abonado de contaminación.

Esta pandemia es entre iguales. Que ocurriría se viene de diferentes, pongamos por caso las mascotas domésticas, nuestros perros, gatos, canarios.

Lo digo ya: un repudio, una aniquilación, un odio que superaría cualquier escala de sensatez. Porque somos débiles, inseguros, inestables. Como individuos, como colectivo.
No sabemos lo que comemos, ¿vamos a saber cómo protegernos de males invisibles a los ojos? Lo mismo es que queremos hacer buena la profecía bíblica y la Torre de Babel está preparada para arder.

La ciencia, la tecnología, los servicios públicos nos ha llevado a un estado de sobreprotección que puede traducirse en momentos como estos en indefensión. Somos totalmente vulnerables. Hoy no sabríamos como encender fuego, como protegernos del frío, donde encontrar agua, como curar una herida. Netamente dependientes, y eso, en momentos de seguridad, ya lo dijo Maslow hace que las necesidades básicas arrollen todo lo demás.

Estas condiciones sólo pueden producirse en el Antropoceno. Me lo preguntaba un periodista hace muy poco. Porque en cierta medida nos pensamos semidioses que todo lo podemos. Creemos que podemos gobernar todas las variables de nuestro futuro y resulta doloroso cuando comprobamos que no es cierto. Lo he puesto varias veces en los relatos del libro, y perdón por la autocita. Lo saco aquí sólo para mostrar que lo he pensado muchas veces cuando trato de responder a la pregunta de la bondad humana.

La historia de la humanidad se ha caracterizado por llevar los sistemas al límite para después rectificar, justo cuando no quedaba más remedio. Entonces se producen las guerras, las revoluciones, la sangre. La única diferencia en que antes, todo aquello era parcial, esta vez tenemos la capacidad de que nos lleve por delante a todos. Por eso creo que estamos en un momento clave, no de la moderna civilización occidental neoliberalista, sino de toda la humanidad.

No hay comentarios: