Ayer estuve en la sucursal de Bankia
Como adelantaba ayer, reajusté mi agenda y me fui aprimera hora a una oficina de Bankia. Había oído en las noticias que acababa de
recibir una burrada de dinero, público para más señas, y consideré que era el
mejor momento para solicitar financiación para mi maltrecha empresa, pero el
ambiente que me encontré al llegar no era el esperado.
Las personas de la oficina parecían estar (estaban en realidad) de lunes a
primera hora, esos
momentos proporcionan un semblante característico, nos hacemos todos a la idea.
En una segunda ojeada, pude vislumbrar que no era solo eso, los empleados de la
sucursal parecían tener más dudas que respuestas, más reservas que propuestas.
Mal asunto pensé.
La oficina tenía poco público, quizás es que vemos cada
vez menos las noticias. Me acerqué a una mesa y le hablé sobre el motivo de la
visita. Solicite una reunión con el director, me dijo, aunque hoy no está.
Pregunté sobre productos y campañas, no hay nada nuevo. Es mejor esperar unas
semanas, concluyó. Unas semanas, quizás las necesarias para que no necesite
volver a acudir a esa oficina. No insistí, nada nuevo sobre el campo, cerré al
salir.

Hoy no iré a ninguna oficina de Bankia, quizás podría
aparecer por allí para mostrar mi solidaridad con sus empleados, a esos que
llevan ya demasiado tiempo pidiéndoles un sobreesfuerzo y que hoy sienten que
no ha servido para nada. Cada día más gente en este país, lastimosamente, se suma a ese hastío.
Hoy miraré la prensa online, pensando que se acercan los
momentos clave para el futuro de este país y esperando que, de una vez por
todas se corrija el rumbo y no adelantemos a Grecia en esta decadente carrera
en la que nos han metido.
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