Hombres-Faro
«Hay hombres-faro que ven en las tinieblas el camino correcto», sentenciaba Reinaldo Spitaletta en un acto celebrado en Medellín, en homenaje a Francisco Mosquera.
Sus seguidores valoran que fue un hombre que jamás se cansó de luchar por la conquista de un mundo nuevo, por mostrar que en la larga marcha de las transformaciones revolucionarias se requieren una inalterable paciencia, disciplina, inteligencia, rigor en el análisis y sobre todo, estar dotado de espíritu dialéctico, ese que permite saber que un minuto antes es prematuro, pero un minuto después será demasiado tarde.
Bertolt Brecht, para luchar ideológicamente con Hitler, desarrolló, lo que se llamó el Teatro del Distanciamiento, fundamentado en una puesta en escena, mediante la cual, intentaba explicarle al público que, lo que estaba viendo era representación y no debía sentirse involucrado emocionalmente, sino que debía ser un espectador absolutamente racional, donde debía involucrarse era fuera, ese era el mensaje.
En las empresas también hay hombres-faro
que desarrollan intuitivamente el Teatro del Distanciamiento. Aunque a veces reúnen otras cualidades, no los enmarco dentro de los líderes natos, sino como aquellos que tienen la capacidad de leer e interpretar una realidad, a partir de la cual se implican y hacen que se involucren todos aquellos con los que tienen contacto, y, sobre todo a su equipo de trabajo. Se convierten, en no pocas ocasiones, en la causa y motivo, de que muchos otros trabajadores y compañeros vayan a trabajar cuando les suena el despertador, de que se queden tres horas más si es que hace falta, de que tiren adelante muchas funciones y responsabilidades que no aparecen en el contrato y que probablemente tampoco les suponga recompensa económica.
Cuidar a estos individuos se hace vital en momentos en que la cuerda se tensa, es responsabilidad y obligación del empresario, tenerlos identificados, y apoyarse en ellos, cuidarlos y ayudarles en su labor, alimentar su empuje.
Al contraerse el mercado, las ventas, la producción, y con ello, lamentablemente la plantilla, muchas empresas están cometiendo la estupidez de prescindir de algunos de estos faros, apagan esa luz, y dejan perdidos a muchos barcos.
Plantearse la salida de una de estas figuras de la compañía, supone calibrar sus repercusiones, normalmente en forma de desánimo, confusión, desconcierto en la plantilla que se transforma en: salidas voluntarias, subida del índice de absentismo, bajada de rendimiento, pérdida de implicación, apatía, pérdida de iniciativa, errores, insatisfacción, deterioro comunicación, ...,
Y todavía algún directivo dirá que lo importante es reducir los costes de personal.
Sus seguidores valoran que fue un hombre que jamás se cansó de luchar por la conquista de un mundo nuevo, por mostrar que en la larga marcha de las transformaciones revolucionarias se requieren una inalterable paciencia, disciplina, inteligencia, rigor en el análisis y sobre todo, estar dotado de espíritu dialéctico, ese que permite saber que un minuto antes es prematuro, pero un minuto después será demasiado tarde.
Bertolt Brecht, para luchar ideológicamente con Hitler, desarrolló, lo que se llamó el Teatro del Distanciamiento, fundamentado en una puesta en escena, mediante la cual, intentaba explicarle al público que, lo que estaba viendo era representación y no debía sentirse involucrado emocionalmente, sino que debía ser un espectador absolutamente racional, donde debía involucrarse era fuera, ese era el mensaje.
En las empresas también hay hombres-faro

Cuidar a estos individuos se hace vital en momentos en que la cuerda se tensa, es responsabilidad y obligación del empresario, tenerlos identificados, y apoyarse en ellos, cuidarlos y ayudarles en su labor, alimentar su empuje.
Al contraerse el mercado, las ventas, la producción, y con ello, lamentablemente la plantilla, muchas empresas están cometiendo la estupidez de prescindir de algunos de estos faros, apagan esa luz, y dejan perdidos a muchos barcos.
Plantearse la salida de una de estas figuras de la compañía, supone calibrar sus repercusiones, normalmente en forma de desánimo, confusión, desconcierto en la plantilla que se transforma en: salidas voluntarias, subida del índice de absentismo, bajada de rendimiento, pérdida de implicación, apatía, pérdida de iniciativa, errores, insatisfacción, deterioro comunicación, ...,
Y todavía algún directivo dirá que lo importante es reducir los costes de personal.
Comentarios
No necesariamente me considero hombre faro. Acabo de descubrir esa nueva identidad. Más bien me identifico con lo de quedares tres horas más, asumir responsabilidades que no están concertadas y por supuesto jamás remuneradas.
Pero la historia se repite y no dejará de repetirse ¡porque somos como somos!!.
Que más dá que exista desconcierto si es de eso de lo que se trata: organizar la desorganización.
Deterioro, insatisfacciones, pérdidas, ápatias, etc. son algunos adjetivantes que no fueron incluidos en los manuales de abordo para los que el "salvese quien pueda" es lo máximo a lo que pueden llegar a póstular. Triste y más que lo va a ser ... De Vicenç López