Sus seguidores valoran que fue un hombre que jamás se cansó de luchar por la conquista de un mundo nuevo, por mostrar que en la larga marcha de las transformaciones revolucionarias se requieren una inalterable paciencia, disciplina, inteligencia, rigor en el análisis y sobre todo, estar dotado de espíritu dialéctico, ese que permite saber que un minuto antes es prematuro, pero un minuto después será demasiado tarde.
Bertolt Brecht, para luchar ideológicamente con Hitler, desarrolló, lo que se llamó el Teatro del Distanciamiento, fundamentado en una puesta en escena, mediante la cual, intentaba explicarle al público que, lo que estaba viendo era representación y no debía sentirse involucrado emocionalmente, sino que debía ser un espectador absolutamente racional, donde debía involucrarse era fuera, ese era el mensaje.
En las empresas también hay hombres-faro

Cuidar a estos individuos se hace vital en momentos en que la cuerda se tensa, es responsabilidad y obligación del empresario, tenerlos identificados, y apoyarse en ellos, cuidarlos y ayudarles en su labor, alimentar su empuje.
Al contraerse el mercado, las ventas, la producción, y con ello, lamentablemente la plantilla, muchas empresas están cometiendo la estupidez de prescindir de algunos de estos faros, apagan esa luz, y dejan perdidos a muchos barcos.
Plantearse la salida de una de estas figuras de la compañía, supone calibrar sus repercusiones, normalmente en forma de desánimo, confusión, desconcierto en la plantilla que se transforma en: salidas voluntarias, subida del índice de absentismo, bajada de rendimiento, pérdida de implicación, apatía, pérdida de iniciativa, errores, insatisfacción, deterioro comunicación, ...,
Y todavía algún directivo dirá que lo importante es reducir los costes de personal.
2 comentarios:
Amigo Antonio,
No necesariamente me considero hombre faro. Acabo de descubrir esa nueva identidad. Más bien me identifico con lo de quedares tres horas más, asumir responsabilidades que no están concertadas y por supuesto jamás remuneradas.
Pero la historia se repite y no dejará de repetirse ¡porque somos como somos!!.
Que más dá que exista desconcierto si es de eso de lo que se trata: organizar la desorganización.
Deterioro, insatisfacciones, pérdidas, ápatias, etc. son algunos adjetivantes que no fueron incluidos en los manuales de abordo para los que el "salvese quien pueda" es lo máximo a lo que pueden llegar a póstular. Triste y más que lo va a ser ... De Vicenç López
Muy bonito Antonio!!!! Hermoso artículo, el faro es un elemento muy significativo para mi..... mi luz la apagaron hace ya casi tres años, que me dejaron en el paro. Yo no echaba tres horas de más, yo echaba hasta cinco horas extras y fines de semana y nadie lo valoró. El amor al trabajo sin pedir nada a cambio, en esta sociedad no se valora. Hay que reclamar, es una herramienta que se utiliza para darte a valer y parece ser, que funciona. Pero bueno, es una opinión personal, además no se puede generalizar, porque todo depende de las personas que te vayas encontrando en el camino..... y confío de que todavía hay buenas personas que valoran las cosas, muy pronto la luz de mi faro volverá a brillar y todo será distinto, tras las lecciones aprendidas.
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