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El valor y su percepción
Asentimos inmediatamente y,
a continuación, bajamos la mirada en un gesto inconsciente de petición de
disculpas al mundo cuando alguien saca la premisa que todos conocemos y todos
cumplimos. No valoramos lo que tenemos fácil, cotidiano, accesible por muy
único, singular y exclusivo que sea objetivamente, y en cambio otorgamos un
valor inusitado, irracional, excesivo, a aquello que nos queda fuera de nuestro
alcance.
Alimentamos a continuación
el deseo por lo imposible de manera continuada, intencionada a veces,
cultivando un ansia ajena a cualquier razón, aunque de manera paralela eso
también suponga la alimentación de una frustración que nos barnice la
existencia de gris y sobriedad.
Somos nosotros solos los
que nos mutilamos la posibilidad de valorar y disfrutar del cielo azul o las
figuras espontáneas de las nubes, del paisaje o del mosaico de estrellas, de la
primavera o las hojas en el suelo, del aire fresco o de las gotas de lluvia, del
rumor del rio en su cauce o el silbido del viento entre los árboles, del olor a
pan recién hecho o del guiso que sale de cualquier portal, del humo de la
chimenea o del jardín repleto de flores, del haz de luz del faro.
El alma, si está en algún
sitio, es en los sentimientos. Somos lo que sentimos. Valorar lo que percibimos
y lo que anhelamos, percibir, nos dota de contenido. Buscar con ahínco lo que
deseamos nos confiere grandeza, vivir, también.
Comentarios
http://www.youtube.com/watch?v=QWixcAWJk-w&feature=related
EN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente.
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años