Salud Política
Qué buenos canastos aquellos los que, desde la bodega del
barco, los marineros lanzaban arriba al muelle, repletos de sardinas. Fueron
sustituidos primero por espuertas y las lanzadas por poleas, ahora las grúas
hacen el trabajo mientras un operario pulsa los botones, arriba abajo,
izquierda derecha. Nada es imprescindible, todo tiene que reinventarse.
Qué buenas aquellas cañas, aquellos mimbres, con los que se tejían los
canastos, los que subían riqueza extraída del mar que los armadores y
conserveros convertían en empleo, en prosperidad. Mimbres que aguantaban lo que
se les echara, porque de ellos dependía el futuro. Echo en falta buenos
mimbres, mucho.
Al abrir un nuevo calendario hay que llenarlo de citas,
viajes, trabajo y deseos. Así, para el nuevo año voy a pedir un importante
deseo para Isla Cristina, mimbres. Que sean la estructura que permitan
construir futuro y esperanza, que dejen colar, como los canastos el agua, los
pensamientos lúgubres que dicen que en Isla Cristina es imposible, que no tiene
solución. Que retengan los frutos del esfuerzo y el trabajo y, con buen hacer, conviertan
los proyectos en futuro próspero.

Echo en falta esos mimbres cuando asisto, todavía incrédulo
a las zapatetas que se montan en los plenos municipales, en los que la vena en
el cuello, el puñetazo en la mesa, el descalificativo personal se convierte en
la forma, y lo que es peor, el fondo del debate. No es de recibo.
Tras un mes de trabajo, el pleno municipal es la meta, el
momento cubre en el que se debe mostrar lo que cada grupo municipal, la
oposición, el gobierno ha trabajado, en ocasiones durante mucho tiempo. Vestir
el trabajo y el sudor de largo, hacer propuestas, llevar a la práctica ideas.
Se ponen las cartas encima de la mesa y se demuestran capacidades. Todos están ahí
por vocación, respondiendo a la semilla de realizar un servicio público, dando
lo mejor de sí.
Ningún ciudadano merece que lo insulten y minusvaloren
dedicando los recursos públicos a enfrentamientos personales. A nadie le merece
la pena. Nadie que esté en el juego se salva, ya sea por acción u omisión. Sólo
se convierten en dignos merecedores de la desconfianza de los votantes. La
Política es mucho más que eso, mucho más. Quien no sepa estar a la altura, hay
que recordárselo, nadie es necesario.
Gracias a un proyecto de la Fundación Savia de la que soy
secretario general, he tenido oportunidad de estar en casi una treintena de
plenos municipales. Resulta asombroso como, cada uno tiene un carácter, un
talante, unos matices, un discurrir diferente. Y nada tiene que ver con colores
políticos, con alianzas ni con mayorías de gobierno. Son las personas y sus prioridades.
Si nos enrocamos en eso de que con el contrario no se puede hablar, retratamos
nuestra intolerancia. Si queremos construir, lo hacemos.
Una circunstancia se repite. Las grandilocuencias se
producen cuando hay un público, una afición que bufa y anima a los
contendientes. En los plenos municipales que se retransmiten por radio,
televisión, las voces, las trifulcas, las pancartas, las camisetas, las salidas
de tono se multiplican. Es así, es una mera intención de hacerse notar.
Alcanzar notoriedad como semilla de votos. En los plenos donde el público está
como ausente, la ostentosidad deja paso a la mesura, se producen, en bastantes
casos, auténticas, sabrosas, enriquecedoras sesiones de trabajo. Eso no quiere
decir ausencia de discrepancias ni polémica, pero el foco se coloca en donde
debe, en el trabajo plenario.
Isla Cristina cierra un año malo, seamos honestos, corremos
el riesgo de seguir deslizándola por un tobogán que decepciona a todos. Lugares
muy cercanos están tomando medidas de calado que empiezan a dar frutos, es
necesario conjugar verbos demasiado olvidados reinventarse, cooperar, tolerar.
El vagón de cola es muy triste, muy frío. No podemos dar por perdida lo que
queda de legislatura, el pueblo no deberíamos tolerar semejante barbaridad. Abandonar
los puestos de cola requiere medidas. Clausurar el espectáculo de los plenarios
tiene que ser una, por salud política. Así también podremos comprobar de manera
clara la calidad de los mimbres.
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