Durante bastante tiempo el significado y las connotaciones del vocablo AVE los relacioné con plumas, con marisma, con campo, con la envidia de no poder volar. Pasó bastante tiempo hasta que lo asocié con la velocidad de vida que nos exige el mercado. En muchas ocasiones me ha permitido hacer muchos kilómetros en un reducido espacio de tiempo y sin verme privado del teléfono o el ordenador, siendo por tanto la duración de trayecto, tiempo útil, vital para los que van apurados por naturaleza.

No sé, realmente yo no sé, si crear una red de Líneas de Alta Velocidad que conecten decenas de ciudades españolas, que a la vez tengan otras decenas de paradas intermedias en municipios deseosos de construir una nueva estación de tren que sirva de comité de bienvenida permanente a capitales financieros y turistas ansiosos por dejar allí sus dineros, es viable, factible, razonable y rentable. Ciertamente no lo sé. Lo que si parece cierto es que la capa de modernidad y solvencia de la que se ha dotado al AVE lo ha convertido en un servicio altamente demandado. Parece también probado que ciertos intereses empresariales se han encargado de acallar el hecho de que el tren ha evitado un colapso europeo cuando la dichosa nube de polvo del volcán islandés cerró los cielos europeos.
En los trayectos ya tradicionales de AVE, los más audaces tienen ya sabido los horarios en los que suelen viajar aquellas personas en las que están interesados, y aprovechan el trayecto para contactar con aquel cliente o colaborador que tanto suele resistírsele. Aunque no he hecho la cuenta exacta, estoy seguro que es en ese reducido espacio donde me he encontrado con mayor número de personas relevantes del mundo de la cultura, la política o la empresa.

“En algo se parece el disfrute de los libros y de los trenes: en primer lugar, se combinan muy bien entre sí y se refuerzan mutuamente; y hasta no hace mucho los dos parecían condenados al anacronismo por la irrupción de tecnologías mucho más innovadoras” Antonio Muñoz Molina.
5 comentarios:
Leyendo tu reflexivo texto,
precisamente pensaba ¡¡cuando llegará el AVE a Valencia!!,
al leer la palabra AVE no he podido dejar de recordar en ello,
despues de tantos años que lo estamos esperando.
estupendo texto, un placer leerte.
feliz semana.
¡Cuántos ríos de tinta se han derramado con el famoso astronauta de la catedral de Salamanca!
Y del AVE qué decirte, salvo que tuve oportunidad de ir a Madrid desde Málaga y disfruté de la velocidad mientras leía a Benedetti ¿otro anacronismo?
Buena entrada, amigo :)
abrazo
Como siempre es un placer leerte, al igual que hacerlo mientras que viajas a alta velocidad, la pena es que haya tanta gente que miente más que habla y al final las promesas sean sólo eso, promesas.
Un saludo y adelante siempre, a la velocidad que tú quieras.
hola,bueno de nuevo quiero felicitarte por esas buenas cosas que escribes y que a todos nos haces pensar con tus textos.Solo decirte que sigas escribiendo para hacernos a todos disfrutar un saludo y un fuerte abrazo.
Casualmente, el astronauta de ese emblemático edificio salmantino luce ahora una extremidad amputada por gracia de un "generoso" y "cívico" ciudadano. Quizás te de para escribir otro artículo.
Un abrazo y felicitaciones por tu blog.
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