El estudio ayuda a calmar la conciencia. Tranquiliza saber que, cuando a uno le dan calabazas, se alteran los niveles de un neurotransmisor implicado en sistemas de recompensa cerebrales y hace que el etanol nos resulte más apetecible. Ya tenemos justificación empírica para beber y beber hasta rebosar.
El sentimiento de pertenencia, el afecto, los estímulos positivos, los sistemas de premios en definitiva, refuerzan conductas necesarias para la supervivencia de las especies, como la alimentación, la integración social y las relaciones sexuales. Las drogas, como el alcohol, activan las mismas vías neuronales que estos procesos naturales, y ésta puede ser la clave por la que pueden llegar a crear adicción. Ya sabemos por qué nos enganchamos fácil a lo bueno, por qué nos agarra con prontitud lo malo.

Pienso en los grupos de moscas del experimento, con ese equipo A, satisfechos sexualmente, comiendo alimentos naturales, y ese otro equipo B, reviraos,ansiosos y frustrados, arremolinados ante los alimentos impregnados de alcohol. Y, salvando, logicamente las distancias, no puedo más que hacer el símil con una panda de vigorosos muchachotes juntados en torno a la barra de cualquier bar, garito o discoteca. En ambos grupos, el de las moscas, y el de los chicos, sólo cabe, lógicamente, un tema de conversación. Ellas.
1 comentario:
Joder Antonio, tu innata curiosidad y ansia de concimientos me dejan boquiabiaerto. Sigue.
Un saludo.
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