Trabajo
simultáneo en diversos despachos separados por apenas unas calles. Mientras
unos planifican lo que van a hacer al frente de unas consejerías, otros rinden
cuentas sobre lo que hicieron mientras ocupaban idénticas responsabilidades.
La petición de
la fiscalía de ingreso en prisión de Antonio Fernández y una fianza de 890
millones de euros traspasa las paredes de los juzgados y las calles. Debería
poder hacerlo, estaría bien se colocase en la mesa de esos otros grupos de trabajo,
que deberán trabajar por construir la mejor Andalucía posible los próximos
cuatro años. Al mismo tiempo, tienen que hacerse responsable de sus decisiones
y actuaciones.

Esta obviedad
suele ser omitida en demasiadas ocasiones. Y cuando esa triple O es recordada
por la oposición, los periódicos o los jueces, los señalados, los acusados suelen
hacer piña. Cualquier reproche, cualquier revelación en esos momentos sería
visto como una traición.
Para ellos,
para los otros, para todos, un fragmento realmente lúcido de Javier Cercas en
Anatomía de un Instante:
“Traicionaron
su lealtad a un error para construir su lealtad de un acierto; traicionaron a
los suyos para no traicionarse a si mismos; traicionaron el pasado para no
traicionar al presente. A veces la traición es más difícil que la lealtad. A
veces la lealtad es una forma de coraje, pero otras veces es una forma de
cobardía. A veces la lealtad es una forma de traición y la traición una forma
de lealtad. Quizá no sabemos con exactitud lo que es la lealtad y lo que es la
traición. Tenemos una ética de la lealtad, pero no tenemos una ética de la
traición. Necesitamos una ética de la traición. El héroe de la retirada es un
héroe de la traición.”

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