De nuevo los informes comparativos internacionales,
realizados con los mismos criterios y procedimientos para todo el mundo vuelven
a ponernos a la cola del pelotón. Los españoles no comprendemos lo que leemos y
las mates se nos dan mal.
El estudio, realizado entre agosto de 2011 y marzo de 2012 y
en el que participaron 6.000 españoles junto a otras 160.000 personas de otros
22 países es concluyente: los penúltimos en comprensión lectora y los últimos
en matemáticas.
Sin querer señalar a nadie, empezamos a explicarnos por qué
nos sorprendemos leyendo por segunda vez un texto, por qué las tertulias
literarias siempre fueron un clásico por aquí y por qué la tiza ha sido y sigue
siendo la gran herramienta salvavidas en tantas profesiones.
El referente es Japón, es el país que obtiene mejor puntuación.
Los nipones adultos son los que mejor comprenden lo que leen y los que mejor
cálculo tienen. Los sesudos están buscando explicaciones y justificaciones,
sobre todo en el ámbito de la educación, la escolarización, la cultura, incluso
las costumbres y los modelos sociales.
A mí, me gustaría pararme en el ámbito económico, puede
resultar de ayuda: Japón es la economía desarrollada que lleva el período de
crisis continuada más persistente de todas las recesiones conocidas. Su
economía prácticamente se encuentra estancada desde hace veinte años. La
evolución del PIB que aparece que en el gráfico puede resultar ilustrativa.
De otro lado, la economía española sufrió un milagro
expansivo en el período 1.995-2007 que ahora se explica exclusivamente gracias
a las burbujas sectoriales y financieras.
El japonés medio hace tiempo que tuvo que aprenderse eso de
leerse con detenimiento la letra pequeña
y eso de hacer números para cuadrar la economía doméstica. Sin embargo, la
mayor parte de los españoles, en el otoño de 2.011, cuando se realizó el
estudio, aún pensaban que lo de la crisis era un chaparrón que pasaría pronto.
Muchos de los dramas personales que hoy viven las familias españolas
tuvieron su materialización en la firma de documentos a la ligera, considerando
que el crecimiento, como los economistas clásicos, era ilimitado. En
determinados lugares se consideraba incluso un gesto de mal gusto, de pobretón,
preguntar por el detalle de alguna cláusula o las condiciones de los tipos de
interés efectivos. La comprensión lectora y las matemáticas no eran herramientas
útiles ni necesarias en el tren del pelotazo.
Más allá de este chascarrillo económico-social, el informe
es contundente: No sabemos lo que leemos, a veces la vanidad nos hace creer que
podemos colocarnos por encima del bien y el mal y que arremangarse y detenerse
en los detalles es cuestión de la que deben encargarse exclusivamente los
técnicos y los especialistas, así nos va.
El informe PISA para adultos me resulta demoledor, me hiere,
no ya porque nuestros mayores cuentan con las más bajas tasas de
escolarización, que también, sino porque estos datos demuestran que tenemos muy
escaso amor propio por nuestras cosas, por nosotros mismos. El informe PISA
dice que tenemos escaso afán de mejora y superación, me lastima.
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