De nuevo, hoy, estaba ahí, y el milagro ha vuelto a producirse.
Desde más lejos de lo razonable volvió a llamar mi
atención. Invisible a la vista de tantos otros, pero conmigo, su luz y su imán
volvieron a hacer su función.
Una más en medio de un gran grupo, otra más del montón, ningún rasgo claro que permita decir, Esa, Esa, sí; y
sin embargo, sin que sea capaz de explicar bien por qué, ejerce en mí una sensación,
una chispa, un hormigueo en el estomago que me excita y que quiero pensar que es el mejor síntoma de sentirse vivo.
Acerco el zoom de mi mirada y siento que me pierdo en esos morros carmín, esa melena
gitana y el vestido plateado con el que parece estar cada día de gala.
Hoy, de nuevo, allí estaba, tranquilamente, tomando el sol y el aire en
el mismo lugar donde la vi por última vez, hace un año ya. Por enmedio se han cruzado, muchos
kilómetros; y muchos lugares hemos recorrido cada uno por nuestra cuenta. Y hoy, sin haberlo fijado, sin haber sabido nada uno del otro durante un año entero, ahí estábamos de nuevo, fieles a nuestra cita, en este rincón del mundo que es el ombligo cuando se convierte en nuestro punto
de encuentro.
La miro en la distancia embelesado, deseando decirle
cuanto me alegro de volver a verla y La Paz que siento al tenerla de nuevo
aquí. Desde donde la miro, intentando molestarla, me gustaría transmitirle que
estoy feliz de que el milagro haya vuelto a producirse y un año y un mundo no hayan sido
suficientes para frenar éste, que es como el borbotón que sentí cuando la vi por primera vez.
Ha merecido la pena la espera y la incertidumbre de su
ausencia, porque está preciosa, realmente cautivadora, mejor que nunca. Me resisto a pensar que lo que le siente bien
sea estar alejada de mi.
La miro y disfruto con ello, de ella, que salvo alguna
mirada que me brinda de reojo, permanece ajena a todo, como una musa, por encima del bine y el mal. Y es que nunca se lo he
dicho, nunca le confesé nada.
Y también hoy volveremos a separarnos sin que medie nada más. No podré decírselo, pero me encantaría que supiese que necesitaría que cada día volviera para salvarme o yo saber volar para ir a
salvarla.
Vuelvo a separarme sabiendo que son las altas las
probabilidades de no volver a verla, pero esa incógnita es el pequeño precio de
la vida en libertad.
Hoy he visto en las Salinas de Vistahermosa de Isla
Cristina la pagaza piquirroja finlandesa con anilla CCK0 que pasa aquí cada año
unos días del invierno. Hasta pronto!
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