La renta básica requiere madurez social

El debate sobre la instauración de una renta básica dista mucho de ser una propaganda política ahora que estamos a las puertas de la tercera década del siglo XXI.

“El número de puestos de trabajo que se pierden debido a máquinas más eficientes es sólo parte del problema. Lo que más preocupa a los expertos es que la automatización puede impedir que la economía produzca suficientes nuevos empleos... En el pasado, las nuevas industrias contrataban a muchas más personas de las que perdían su trabajo en las empresas que cerraban por no poder competir con las nuevas tecnologías. Hoy, esto ya no es cierto. Las nuevas industrias ofrecen comparativamente menos empleos para trabajadores no cualificados o subcualificados, es decir, la clase de trabajadores cuyos puestos están siendo eliminados por la automatización”. Revista Time, Febrero de 1.961

"Una nueva enfermedad, cuyo nombre quizás aún no han oído algunos de los que me lean, pero de la que oirán mucho en los años venideros, el paro tecnológico". J.M. Keynes.

Desglosé la situación hace unos meses en un artículo titulado: El Lobo Tecnológico (enlace). Aunque la historia enseña que la especie humana suele superar las dificultades como especie, muchas son las víctimas que la historia no recuerda.

Los países más desarrollados y progresistas tienen sobre la mesa el planteamiento, son conscientes que el modelo de contribuciones públicas a desfavorecidos diseñado en el siglo XX está amortizado, son necesarias nuevas fórmulas. Finlandia y Suiza son dos claros ejemplos, en el caso suizo, se someterá a referéndum dentro de unos días.

La instauración de un ingreso básico de subsistencia garantizado hay que entenderlo, en mi opinión como una evolución de la situación actual, es decir, no consiste en incorporar unas rentas adicionales a cargo del tesoro público además de todo lo existente. Creo que esta renta debe sustituir a otros derechos existentes, de tal manera que se redistribuya la riqueza con mejores criterios de equidad e igualdad, de tal manera que se consiga la dignidad de un mayor número de personas.

Suiza y Finlandia tienen menores tasas de desempleo, penalizan duramente el fraude fiscal, la picaresca está castigada socialmente,…, Si, cada país tiene sus propias singularidades y trasladar en las condiciones actuales la renta básica garantizada a sociedades del arco mediterráneo rayaría en la irresponsabilidad de los dirigentes públicos, pero en vez de demonizar el concepto de renta básica lo que resulta necesario es trabajar otras áreas de valores y principios éticos y eficiencia de las administraciones públicas.

Por ejemplo, y por hacer el chiste fácil, lo mismo más de un españolito está ahora pensando si el hecho de tener una cuenta en Suiza te pudiese otorgar de alguna manera aquella nacionalidad. Esa mentalidad de sopa y teta es la que resulta necesario combatir con la máxima contundencia.

En términos macroeconómicos, considerando que es el consumo el mayor motor de la economía, la renta básica se convierte en la mejor receta antideflacionista, el auténtico demonio que se cierne sobre la UE y del que

todos evitan hablar, como si el hecho de no mentarlo lo hiciese desaparecer aun a sabiendas de que la causa origen del déficit público es la falta de ingresos (recaudación tributaria) que se produce por el estancamiento del sector finalista (los consumidores).

Tenemos que prepararnos para la incorporación de la renta básica a nuestro sistema público de prestaciones sociales. Está llamada a sustituir el actual sistema de pensiones y prestaciones, debe absorber algunos otros derechos y servicios, debe nutrirse de una profunda reforma fiscal, pero sobre todo, además de las arquitecturas numéricas, debe construirse socialmente, porque articularlo y sustentarlo en la educación y madurez de los ciudadanos es la única fórmula posible.