sábado, 3 de septiembre de 2016

La Grandeza de la Migración

Los iconos de las grandes culturas representan el movimiento, la libertad, la grandeza. Símbolos que en muchas numerosas ocasiones, en todos los continentes del mundo, están identificados con animales migratorios. Es muy, la migración es libertad y grandeza.

Empíricamente responde a un instinto y una necesidad muy primarios que han aprendido las especies animales a lo largo de incontables generaciones, la migración es el mejor mecanismo para resolver problemas de alimentación y climatología. Un aprendizaje evolutivo que lleva a recorrer miles de kilómetros, semanas de viaje y poner en riesgo la vida. Un acontecimiento absolutamente desbordante a la concepción humana del existir.

Tanto es así, que los grandes momentos en la historia de los documentales y cine de naturaleza, son los hitos clave en la migración. Todos tenemos la imagen de los ñus y cebras cruzando el rio Mara. Lógico, es sobrecogedor pararse a pensar qué mueve a esos herbívoros a meterse en el agua a sabiendas que el río está lleno de cocodrilos.

De forma más discreta y alejada de las cámaras, esos escenarios se reproducen en todo el planeta y son focos de peregrinación para aquellos que nos sabemos pequeños, para aquellos que reconocemos que las fuerzas de la naturaleza son, de lejos, las más poderosas que existen, para aquellos que, como curiosos aprendices de la vida, tratamos de impregnarnos de esa necesidad vital que genera el movimiento, la evolución y la mejora de la Tierra. Nada como ser espectador de esa grandeza revela al hombre su insignificancia.

Si a la fuerza del fenómeno migratorio se le incorpora la elegancia de las aves, la magia del vuelo, y las llevamos al escenario que definía los límites del mundo conocido en la antigüedad, las columnas de Hércules, los 14 kilómetros que separan dos realidades, los vientos laterales que empujan incesablemente a mar abierta, llegamos al Estrecho de Tarifa. Rincón mitológico para el puñado de excéntricos que disfrutan del viento, el cielo y las planeadoras.

Cuando llegan los primeros frescos, las primeras aguas, la vuelta a la rutina, al cole. Cuando los días se acortan y hasta las más enraizadas se angostan. Cuando manda la constelación de Virgo y septiembre en el calendario, cientos de miles de aves abandonan Europa por el estrecho buscando África. El espectáculo es soberbio, inigualable. Sobrecogedor al que se le ocurre preguntarse por qué.


Porque el único sentido de la migración es la convicción de que al final del camino, hay un lugar mejor.

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