viernes, 9 de septiembre de 2016

La última milla

Bien pude valer para los maratonianos, aunque ahora me refiero a la acepción empresarial.


Las compañías calibran concienzudamente el coste de llegar a la última milla pues el último tramo de línea eléctrica, línea telefónica o línea de reparto es siempre el más costoso. Siempre resultó precario estar lejos, la distancia de los centros de actividad sigue siendo un hándicap y un lastre de competitividad.

La última milla en materia de empleo son las microempresas, los autónomos, esos que añaden a las dificultades propias del mercado, la carencia de servicios que le resultan propios, oportunos y ajustados.


Las aseguradoras, los grandes suministradores, no prestan servicios adecuados a la última milla del tejido empresarial, el sobrecoste asociado a este tipo de personalización colocan en resultados negativas los proyectos destinados a la última milla. Por eso, servicios y productos,  cuestiones básicas para medianas y grandes empresas se hacen inaccesibles a los pequeños, a los lejanos.


Pensemos simplemente en una oferta de seguro médico, la configuración de un wifi, una tienda virtual, una personalización de etiquetas o paquetería. Se hacen montañas a los pequeños, barreras de competitividad, agujeros negro de tiempo y recursos.


Según algunos informes, estar colocado en la última milla supone un 24% adicional de coste o de falta de competitividad. Pero a la vez, la propia configuración del tejido empresarial muestra la luz de alarma: el 95% de las empresas españolas están en ese segmento.


Algunos analistas y demasiados políticos diseñan una conclusión de segador: que se hagan grandes o desaparezcan. La selección natural, la ley de la selva. Liberalismo en estado puro.


Mirando a otro plano, encontramos esperanza. Las grandes empresas que triunfan lo hacen justo en la última milla: miremos la penetración de compañías de teléfono en el segmento, las empresas de mensajería, abastecimiento de cartonaje o combustible. Las mejores son líderes en la última milla. En un ejercicio algo involuntario, en busca de su propio beneficio, se convierten a la vez en palanca de competitividad para los pequeños y esos pequeños es un perfil de cliente interesantísimo para los grandes. Si Win to Win.


La última milla es el éxito de los que dominan el One to One. Sólo cabe recordar que en la personalización, en la cercanía está el camino empresarial del siglo XXI. No necesitamos un tejido empresarial constituido por grandes empresas motoras y un puñado de satélites, no, necesitamos empresas del siglo XXI.

No hay comentarios: