Ahora que ya el sol va picando y la garganta se reseca con mayor frecuencia, va entrando esa inquietud que a miles de personas les invade de salir y hacer vida en la calle. Habrá menos desplazamientos en Semana Santa según las previsiones, pero los chiringuitos, están a punto de convertirse, de nuevo, en punto de encuentro, descanso y diversión para muchos. Hoy es el primer día de temporada para muchos de ellos.
Primer día que puede convertirse en el inicio del fin si prospera la iniciativa del Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino que quiere hacer cumplir la Ley de Costas (vigente por cierto desde 1.989) y obligar a los chiringuitos a retirarse de la playa.
Según el artículo 60 de la citada ley, únicamente se podrá permitir la ocupación del dominio público marítimo-terrestre para aquellas actividades o instalaciones que, por su naturaleza, no puedan tener otra ubicación. En base a esta norma, los chiringuitos deberán situarse a 300 metros de la orilla, normalmente tras los paseos marítimos.
La asociación de estos empresarios, como no podía ser menos, está anunciando movilizaciones para evitar que los cambien de sitio y evitar la pérdida de atractivo de su negocio. Una importante razón que alegan es el hecho de que los chiringuitos forman parte de la cultura de sol y playa de nuestra tierra andaluza.
Y no les falta razón, pues es una estampa típica la del playero con arena hasta los tobillos, el bañador mojado, los bajos de la camiseta encharcados, sus gafas de sol puestas y el codo en la barra junto al tinto de verano.
No sacaría yo la bandera de lo cultural para defender estos negocios, sino la contundencia de los datos económicos. En Andalucía hay más de 8000 locales que emplean a más de 40.000 personas y genera un volumen de negocio de , Suelen ser microempresas que realizan compras a nivel local. La riqueza generada se queda, en definitiva en el municipio, en el pueblo, en la propia playa en definitiva.
Los chiringuitos deben profesionalizarse y mejorar sus productos, imagen y servicio, adaptarse a las exigencias del mercado y volverse atractivos y competitivos. Es cierto que muchos tienen aún los deberes muy por hacer, pero antes que ir a por ellos, como está haciendo el ministerio, podría recuperar el tiempo de los veinte años de ley de costas sin aplicar en otras cuestiones muchísimo más graves: construcciones ilegales, contaminación del litoral, degradación de ecosistemas marinos, mantenimiento de desembocaduras fluviales, privatización de facto de trozos de litoral, furtivismo, explotaciones ilegales, extracciones ilegales de agua, etc etc.
Por si acaso, y sabiendo como se las gastan, voy a aprovechar desde el primer momento y voy al chiringo a pedirme una cervecita, ¡una bien fresquita!.
sábado, 4 de abril de 2009
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2 comentarios:
Los políticos sólo saben despilfarrar nuestros impuestos, incluyendo el cobro de comisiones, y sacar leyes para darnos por la cañería de atrás...
Álvaro Gran Vega
Un símbolo de lo nuestro no se puede tumbar así como así.
Muchas veces la política va en contra de la coherencia y de la realidad, demasiadas.
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