Así rebautizó Ernest Shackleton al barco que capitaneó rumbo al South y que lo llevaría hasta la leyenda.
En los meses en que se celebra el año polar internacional, sólo se habla de ellos, para recordarnos que, cada vez, son más pequeños, gracias a la irresponsabilidad humana. Es la cuarta vez que se dedica un año a los polos, los tres anteriores 1882, 1932 y 1957 fueron dedicados a su conocimiento, en esta ocasión se pone el énfasis en su conservación.
Para algunos, el viaje a la Antártida, se nos hace el culmen de una vida científica, aventurera, exploradora, descubridora, viajera, y es todo un honor seguir los pasos de irrepetibles biografías. Para mí, este año también servirá para conocer algo mejor los polos, los extremos, los límites. Porque estoy convencido de que “Todos tenemos nuestro Sur blanco”. En esos territorios comprendes qué grande es la naturaleza ante el pequeño hombre que la devora, de que el mundo sigue siendo una aventura, la que está ahí fuera y la que llevamos dentro.
Cuando se publicó el anuncio para reclutar a la tripulación que comandó Shackleton: “Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”, no podían imaginar la enorme aceptación que tendría; y es que, el premio ofrecido bien valía la vida. Nada había que temer, una mano invisible los protegía, en palabras de T.S.Eliot:
En los meses en que se celebra el año polar internacional, sólo se habla de ellos, para recordarnos que, cada vez, son más pequeños, gracias a la irresponsabilidad humana. Es la cuarta vez que se dedica un año a los polos, los tres anteriores 1882, 1932 y 1957 fueron dedicados a su conocimiento, en esta ocasión se pone el énfasis en su conservación.
Para algunos, el viaje a la Antártida, se nos hace el culmen de una vida científica, aventurera, exploradora, descubridora, viajera, y es todo un honor seguir los pasos de irrepetibles biografías. Para mí, este año también servirá para conocer algo mejor los polos, los extremos, los límites. Porque estoy convencido de que “Todos tenemos nuestro Sur blanco”. En esos territorios comprendes qué grande es la naturaleza ante el pequeño hombre que la devora, de que el mundo sigue siendo una aventura, la que está ahí fuera y la que llevamos dentro.
Cuando se publicó el anuncio para reclutar a la tripulación que comandó Shackleton: “Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”, no podían imaginar la enorme aceptación que tendría; y es que, el premio ofrecido bien valía la vida. Nada había que temer, una mano invisible los protegía, en palabras de T.S.Eliot:
¿Quién es el tercero que anda siempre a tu lado?
Cuando cuento, sólo estamos tú y yo, juntos
Pero cuando miró hacia delante en el camino blanco
Siempre hay otro que camina a tu lado.
“Nunca la bandera arriada, nunca la última empresa”, define con precisión la casta de los apasionados de esa última frontera del planeta. Allí están aún por realizarse importantes hallazgos científicos, aún tienen que revelarse desconocidas formas de vida, ignorados procesos geológicos, inéditas reacciones químicas. Allí pueden realizarse bastantes descubrimientos insospechados; incluso alguno puede ir hasta allí para encontrarse a sí mismo.