Varios titulares en esta ocasión lo han clavado. Lo han expresado perfectamente cuando han dicho que el pasado viernes 24 las partes han escenificado la ruptura del diálogo social en un encuentro que sirvió únicamente para eso. En apenas los quince minutos que estuvieron sentados en la mesa tampoco es que hubiese tiempo para más.
Refugiados del rigor del verano, a la sombra del déficit público, en el momento en que hay que empezar a echar números de un presupuesto que se va a poder hacer, gracias a los cursos de encajes de bolillos a los que los políticos se han apuntado este verano, llegaba la cifra demoledora del paro del primer semestre, colocándonos al borde del 18%, o lo que es lo mismo, 4.137.500 personas buscando empleo que no lo consiguen. Record absoluto. Me temo que en los próximos meses seremos capaces de superarnos y que el año se cerrará por encima del 21%.
En pocos meses los actuales empleados en el sector servicios, los ocupados en programas de recolocación, los del Plan E, los ERE temporales transformados en definitivos, los pequeños empresarios ahogados, no van a poder ser sustituidos en la lista de actuales ocupados por los que van a recibir el subsidio de seis meses, durante los cuales desaparecerán de las cifras oficiales.
Rodríguez Zapatero quería representar la firma del pacto el día 29 de Julio. Y no hace tantos años que una preciosa ciudad ardía. Unos hechos que evidenciaron una verdadera ruptura social. Ahora el gobierno está cada vez más sólo, sin mano invisible que lo guíe, con una oposición sabedora que el desgaste del poder se puede regar, con un sector financiero y empresarial más egoísta que nunca y con unos sindicatos a punto de empezar a dar protagonismo a las más de 1.100.000 familias que están ya hoy sin ningún ingreso en sus hogares.
A día de hoy no es posible un pacto que contente a todas las partes como sucedía en los últimos diez años de bonanza económica, más bien cualquier pacto va a dejar a todos insatisfechos, va a ocurrir lo que aún se resisten a admitir. El déficit crecerá, el modelo de protección social actual se quedará sin defensores y la reforma laboral se producirá aunque amortiguada en su estrategia de comunicación. Y todo eso se producirá cuando muchos dramas en domicilios cercanos pudieran haberse evitado si los que pueden hacerlo hubiesen demostrado a tiempo su talla de hombres de estado, aunque este último no fuese "la suprema encarnación de la Idea", como creía Hegel.
miércoles, 29 de julio de 2009
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2 comentarios:
Pues sí, el horizonte temporal que manejan estos señores es, desgraciadamente, las próximas elecciones. Y así no hay manera de que salga un estadista...
La culpa la tenemos los votantes, que abrazamos ideologías como si de un equipo de fútbol se tratase, y por tanto como holigans nos tratan. Y lo peor es que los que más gritan son los que arrastran a nuestros dirigentes.
¿Cuándo empezaremos a usar la razón? No es incompatible con la natural tendencia de cada cual a tener sus ideas políticas; pero cuando algo está bien o mal, no debe decidirlo primero el corazón y luego construir el argumentario a favor o en contra.
No nos olvidemos que los paises pueden ir "para atrás". Centrémonos un poco más en que se hace con nuestro dinero y tomemos conciencia de que es nuestro, y no del Presidente o alcalde de turno: y que si alguien se lo queda nos está emtiendo la mano en NUESTRO bolsillo. Olvidemos y corrijamos esas expresiones de "a tal le han dao" o "nos han dado tal subvención".
Creo que la mejor utopía no es plantear un sistema nuevo, sino conseguir que el que hay funcione como es debido.
Álvaro
Muchas de estas representaciones se realizan para entretenimiento del gran público, aunque no todos los actores proyectan su voz adecuadamente por lo que el respetable en algunos momentos se queda sin entender al personaje. Yo me quedo con alguna de las representaciones realizadas por Viento Sur este verano en la Buhaira.Obras de Moliére o Chejov donde el grotesco, el absurdo y la comedia quedan al servicio de la comedia y la teatralidad para dar actualidad a estos clásicos.
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