Sampedro considera que el hombre es la cumbre de la evolución gracias a que es capaz de convertir sus pensamientos en lenguaje y acción. Gracias a la palabra y su transmisión mediante la escritura se ha generado la cultura, base de todo pueblo.
Aunque todas las sociedades están basadas en el orden y el cambio como esencia de la innovación y evolución, estamos actualmente sin embargo, en una situación de barbarie, según Sampedro, en la que se están destruyendo valores y principios fundamentales. Estamos encorsetados por una religión que se cree todavía en el siglo XVII, una economía con modelos definidos en el siglo XVIII y una política oligárquica originada en el siglo XIX que nos ha llevado a que nuestros dirigentes mundiales sean auténticos "capitostes". La ciencia y la tecnología parecen ser los únicos, aunque veloces, motores de innovación y evolución actuales.
Considerando que el capitalismo es un sistema predatorio que basa su crecimiento en la agrupación de poder y riqueza, puede resultar probable que se esté fraguando un nuevo despotismo ilustrado en el que unos pocos se apropiarán de los beneficios de la técnica en detrimento de otros muchos.
Sampedro está pesimista y en su discurso le cuesta encontrar puntos de agarre que muestren luz e infundan ánimos. No apeló al sentido común ni a la sensatez para solicitar que el desarrollo sea sostenible como lleva pidiendo desde hace cuarenta años. Hoy nos pidió, a todos, a los que hemos tenido la suerte de estar hoy con él, y a toda la sociedad, responsabilidad. Lo hizo con una bonita metáfora : "Las cometas vuelan porque están atadas. La libertad vuela porque está atada por la responsabilidad".
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